El 21 de octubre de 2023 nos dejaba Natalie Zemon Davis a los 94 años. Este adiós ha pasado bastante inadvertido, yo diría que sorprendentemente demasiado, si tenemos en cuenta la relevancia no solo de su trabajo, sino especialmente por haber sido una de las artífices de una mayor apertura tanto en la historia social y cultural en general como en la de género en particular. Solo en los medios más generalistas destacó el “In Memoriam” que le dedicó el historiador Julián Casanova en El País en el la que recordaba por haber introducido “las voces del pasado” en el estudio de la Historia.
Esta es la clave para entender su obra. Natalie Zemon Davis fue más que una historiadora social, fue una historiadora de las personas y de su comportamiento. Aunque su base en el estudio procede del marxismo y de la Escuela de Annales y no se alejó mucho de ellos en la búsqueda de sus objetivos, analizar la formación de una conciencia de clase, de pertenencia a un grupo, del origen de los movimientos de protesta e incluso revolucionarios, como esa “Economía moral de la multitud en la Inglaterra del siglo XVIII” de su colega E. P. Thompson, su perspectiva fue hacer esa historia desde abajo desde una perspectiva más individual, la de los individuos. No desdeñaba el análisis de motivaciones en las que se centraba la entonces aún incipiente Historia Social, las fuerzas externas que rodeaban a los actores históricos y que se apoyaban fundamentalmente en la sociología y en la economía, pero se centró más en la iniciativa de los grupos y de los individuos que formaban parte de ellos.
El ejemplo más claro es su obra más conocida, El Regreso de Martin Guerre, en la que estudiaba el caso real de un campesino francés de mediados del siglo XVI que suplantó a otro tras regresar a su pueblo después de ocho años fuera para finalmente ser descubierto y acusado años después, a pesar de que incluso “su mujer” y familia afirmaban que era el verdadero Martin Guerre. Llevado a juicio, del que quedan numerosos testimonios, fue sentenciado a muerte. Su caso fue tan famoso que desde Montaigne en sus Ensayos a Alejandro Dumas o Rubén Darío hablaron de su caso llevado incluso al cine en 1982, actuando ella como asesora y posteriormente, un año más tarde, editando su libro en el que creaba analizaba el caso desde una perspectiva social. Lo importante de este caso es su intrahistoria, desde el comportamiento sus supuestos allegados hasta la del pueblo, las construcciones de identidades individuales y colectivas, la concepción de la mujer y su papel subordinado al hombre, el estatus de la familia en la Edad Moderna, los mecanismos de control social y las creencias.
Hacia una interpretación multidisciplinar de la Historia Social
En esta obra Natalie Zemon Davis no sea aleja en el análisis del sentido de una colectividad como Thompson, pero lo hacía en múltiples facetas como género, edad, linaje, patrocinio o religión y además lo realizaba sumergiéndose a partir de las individualidades. Para ello parte de analizar los diferentes conflictos inherentes en la sociedad: desde la dominación a la resistencia, de la rivalidad a la complicidad, de la construcción de un ideario religioso a la pervivencia de hábitos que se alejaban del dogmatismo.
Para llegar a este punto no solo se basó en el estudio histórico puro, algo que no abandona ya que su base está en el análisis de la documentación de su juicio y condena, sino que en su interpretación introduce también otras líneas de investigación que no abandonará nunca como son la Historia del Arte, la Filología o especialmente la Antropología. Esta es una de sus lecciones que más deben pervivir y que más se echan de menos en muchos análisis históricos actuales que continúan actuando como compartimientos estancos, perdiendo la riqueza de las perspectivas multidisciplinares. Julián Casanova lo definía muy bien en su “In Memoriam” señalando que el historiador no inventa arbitrariamente sus temas de investigación sino que “sigue las voces del pasado” y para ello hay que usar las herramientas más útiles para lograrlo. Con ello consigue conversar con la historia, con sus protagonistas en distintas dimensiones ya sean Martin Guerre, León el Africano o María Sibylla Merian.
Todo ello nos lleva de nuevo a E. P. Thompson y una pequeña joya editada y traducida al castellano como es La formación histórica de la cacerolada. En esta obra no solo muestra la correspondencia que mantuvieron los dos autores en el contexto del estudio del origen de “la cacerolada” como forma de protesta extendida en muchos países y que su origen estaría en la charivari en Francia o el rough music de Inglaterra como forma de señalamiento y reprobación contra el comportamiento del orden establecido. Desde luego la riqueza que ofrece el intercambio epistolar de dos de las mayores figuras de la Historia Social es indudable, pero también lo es ver la discusión, en el mejor sentido de la palabra, entre dos historiadores y como a través de diferentes vías se pasa de lo individual a construir sentimientos y actuaciones grupales y colectivos.
Este es su doble legado, y en el que muchos historiadores, especialmente los más noveles, debemos apoyarnos. En primer lugar el de ir mucho más allá de las estructuras de poder, la historia la han construido personas con sus creencias y formas de actuar, y que como tal se ha reflejado en múltiples aspectos desde las obras artísticas a las literarias. Y por ello, en segundo lugar, que hay muchas formas válidas de aproximarnos, de conocer y escuchar el pasado.
Fuentes:
Casanova, Julián, In Memoriam’: Natalie Zemon Davis, la mujer que incluyó en el estudio de la historia “las voces del pasado, El País, 26/10/2023.
Imagen de portada: Natalie Zemon Davis, Wikimedia Commons.
Antonio Luis Gallardo
Licenciado en Administración y Dirección de Empresas, graduado en Geografía e Historia y diploma en Estudios Coreanos por la Universidad Complutense de Madrid. Lo que más le gusta es la Historia Moderna en particular y la Historia Social, el desarrollo de las ideologías y la historiografía en general. Le encantan los libros y viajar en familia.