80 Aniversario del Desembarco de Normandía. Una reflexión

Este año se han cumplido 80 años del Desembarco de Normandía o Día D, uno de los hechos militares más famosos de la Historia (6 de Junio de 1944).

En muchísimos libros lo denominan “apertura del segundo frente en Europa” y es considerado el “principio del fin del III Reich”.

¿Pero realmente debe ser considerado así?, ¿Es justa la fama que este hecho de armas ha alcanzado en el imaginario colectivo?, ¿Fue tan duro y épico como lo hemos visto en tantas series y películas?

Seguramente muchos tendrán en mente las tremendas escenas iniciales de la película “Salvar al soldado Ryan”, con un Tom Hanks abriéndose camino en la playa Omaha en mitad de un escenario que parece salido del mismo infierno, con hombres muertos, mutilados o simplemente incapaces de moverse paralizados por el terror. Estas imágenes no están muy lejanas de la realidad de como fue aquel desembarco en aquella zona y que sobrecogen desde el primer momento. Así fue la batalla en la “Sangrienta Omaha”

La situación militar en aquel junio de 1944 en Europa no pintaba nada bien para Hitler. Los rusos tenían la iniciativa en el Frente del Este, ocupando Rumanía y dejando a Alemania sin las reservas petrolíferas de dichos país que tanto necesitaban los alemanes para mover su máquina de guerra. Los alemanes enfrentaban una lucha desigual, incapaces de detener el “rodillo soviético”, y sólo la desesperación mantenía los frentes de guerra en aquel sector, donde la calidad de las armas alemanas no podía detener la cantidad de los millones de soviéticos lanzados al combate por Stalin, al que no le importaban las bajas que se pudieran producir.

Pero hacía ya tiempo que los aliados habían abierto un “Segundo Frente en Europa”, concretamente ya tenían casi 2/3 de la Península Italiana. Después de expulsar a las tropas del Eje de África, desembarcaron en Sicilia y luego en el Sur de Italia, buscando, en palabras de Churchill, golpear el “bajo vientre” del Eje, y así, con un interés más político que estratégico, buscar una posible caída del único aliado de importancia que le quedaba a Hitler en Europa, el Duce, Benito Mussolini. Y así fue, Mussolini fue depuesto por sus propios compañeros del Partido Fascista, que le dijeron que ya estaba bien de tanta incompetencia militar y de una guerra desastrosa. Poco después fue destituido por el propio Rey de Italia y detenido. Aunque fue liberado por Hitler mediante una operación audaz mediante paracaidistas, ya sólo fue la sombra de sí mismo hasta su muerte en 1945.

El 4 de junio de 1944 los aliados liberaban Roma tras un lento avance pues, aunque políticamente, la invasión de Italia había tenido su sentido, militarmente fue muy costosa, pues Italia es un país estrecho, montañoso, donde el defensor, los alemanes, tenían la ventaja defensiva, y las ventajas en hombres y material de los aliados eran relativas. Fue muy costoso este segundo frente real en hombres y recursos, basta con pensar en batallas como Montecassino o Anzio.

Situación en Europa en Mayo de 1944. En rojo la Europa ocupada por Hitler. Cartography by Mapping Solutions, Alaska (fuente)

Entonces vemos que el Desembarco de Normandía no creó un “Segundo Frente” sino un “Tercero”. Pero ¿Por qué en Francia? Y concretamente, ¿Por qué en Normandía?

Stalin había pedido insistentemente la apertura de un segundo frente que aliviase la lucha desesperada de la URSS contra la Alemania Nazi y sus aliados en 1941, 1942 y 1943. Siempre pidió que fuera en Francia, seguramente pensando que así podría ocupar parte de la Europa que ahora estaba en manos de Hitler, como así fue, realmente era el lugar “más lejano de Berlín”, aunque aceptó que fuera finalmente en Italia, como mal menor.

De Gaulle buscaba la liberación de su patria, a ser posible con él al frente de un ejército angloamericano con algunos franceses de su “Francia Libre”. Buscaba un futuro reconocimiento político, llegar a ser el único representante de los franceses.

Churchill dudó hasta el último momento. Sin duda recordaba su fracaso en el Desembarco en Gallipoli durante la Primera Guerra Mundial, una derrota sin paliativos ante Turquía que le costó el puesto y todo su prestigio como estratega.

El general al mando de los aliados era Eisenhower, un excelente político, que supo coordinar a personajes tan dispares como Patton, Stalin, De Gaulle, Churchill o Montgomery, pero que, como estratega, ha tenido una actuación discutida. Suya fue la decisión de desembarcar en Normandía, igual que suya fue la decisión de optar por dejar que los rusos tomasen Berlín mientras sus tropas invadían Baviera en busca de una “última fortaleza nazi” que nunca existió. Podríamos decir, aplicando un símil futbolístico repetido en muchos bares de España algunas tardes de partido, que “Con ese equipo, gano hasta yo” y es que, nunca un general tuvo tales medios y recursos a su disposición como los que Eisenhower llegó a acumular en los últimos años de la guerra.

Y es que, los ejércitos aliados tenían una ventaja brutal sobre las fuerzas alemanas, que tenían que combatir contra los rusos, en Italia y soportar a los elementos resistentes en países como Yugoslavia que minaban sus fuerzas día tras día. Los aliados desperdiciaban además elementos tan importantes como su fuerza aérea en bombardear Alemania día y noche, buscando, por un lado, destruir la fuerza industrial alemana, algo que no consiguieron, salvo puntualmente, y romper la moral del pueblo alemán, consiguiendo el efecto contrario. Hoy podemos decir que dejar en ruinas Hamburgo, Berlín o Dresde no ayudó en demasía al esfuerzo de guerra aliado. Esto nos daría para otro artículo.

El Día D se lanzaron sobre Normandía miles de paracaidistas, como hemos visto en multitud de películas y series, pero, aparte de crear confusión en las líneas alemanas, los objetivos obtenidos fueron bastante limitados, muchos morirán ahogados en ciénagas de apenas medio metro de agua, aplastados por su propio equipo, o aniquilados al ser lanzados sobre poblaciones como St. Mere Église. Los paracaidistas son una excelente arma táctica, pero no estratégica.

Normandía siempre deja como imagen a los soldados norteamericanos muriendo como moscas en la playa Omaha, y lejos de nuestra intención discutir su valor y su lucha por liberar a Europa de la tiranía nazi, pero también debemos recodar las otras playas donde se desembarcó aquel día, como Juno y Sword donde los anglocanadienses, acompañados de franceses, polacos y noruegos cumplieron sus objetivos al coste de 340 y 683 bajas. La imagen que da inicio a este artículo no muestra a norteamericanos en Normandía en la playa Omaha sino a anglocanadienses en Normandía en la playa Sword y justo es que también se les recuerde.

Dos soldados canadienses sostienen una bandera nazi capturada luego del desembarco en Normandía (National Archives of Canada)

Y este año también, en agosto, se celebrará el 80 aniversario del último desembarco importante de la Segunda Guerra Mundial, del que pocos habrán oído hablar, la operación Dragoon, el desembarco en la Costa Azul francesa, un éxito completo, que obtuvo sus objetivos casi de manera inmediata y a un bajo coste. Puede alegarse que los alemanes ya estaban moviendo sus tropas al norte para intentar detener a los aliados que habían desembarcado en Normandía, pero siempre nos quedará la duda de qué hubiera pasado de haber continuado la lucha en dicho real “Segundo Frente”, y haber priorizado un desembarco en un sur de Francia mucho menos defendido que el Norte. Es una norma militar atacar donde el enemigo no te espera o donde estará menos preparado. Normandía y el Norte de Francia no cumplían dichas condiciones, pero había consideraciones de todo tipo, no sólo militares, como hemos comentado.

Desembarcos aliados en el Sur de Francia (Fuente)

Sirva este artículo sólo para dar a conocer algunos aspectos de lo que pasó en Europa hace 80 años, aunque no parezca tanto tiempo. Y sobre todo para recordar a todos aquellos que dieron su vida para destruir un régimen tan brutal como el nazi, especialmente a aquellos españoles que, encuadrados en las Fuerzas Francesas de Liberación entraron en París, ayudando a liberarlo de los ocupantes alemanes, hecho del que en breve también se cumplirán otros 80 años.

Se pudo hacer mejor o peor, las posibilidades son casi infinitas, pero la Historia cuenta hechos, no posibilidades.

Bibliografía

  • “El día D, las primeras 24 horas”. Will Fowler
  • “El desembarco de Normandía”. Douglas Bolting
  • “El Día Más Largo”. Cornelius Ryan
  • “La guerra que había que ganar”. Williamsom Murray y Allan R. Millett.

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