Al sur de Roma, en la zona costera de Antium (actual Anzio, región de la Lazio) nació Nerón Claudio César Augusto Germánico, en el año 37 d.C. Cabe destacar que este nombre lo adoptó cuando su madre, Agripina, se casó con el emperador Claudio en el año 49 d.C. En su nacimiento fue llamado Lucio Domicio Enobarbo.
Nerón se ha convertido en uno de los emperadores más conocidos en la actualidad del imperio romano. Ya sea por los actos que realizó o por su personalidad enloquecida que rara vez conocía la lucidez.
El poder le llegó a la temprana edad de 16 años cuando su padre, Claudio, murió misteriosamente después de comer un plato de hongos, supuestamente envenenados. No se sabe si fue el propio Nerón o su madre Agripina, ya que esta última tenía deseos para darle el poder lo más rápidamente posible a su hijo.
En sus primeros años, de los 14 que gobernó el pueblo de Roma, lo hizo con multitudes de excesos, fiestas y sexo. Aunque al inicio respetó las tradiciones políticas de Roma, posteriormente se fue acercando progresivamente a una política más despótica.
Para este personaje histórico, dentro de sus males y rutinas maquiavélicas, las religiones no las tenía en buena consideración. Después explicaremos el motivo.
Una noche de julio, concretamente el 18 del año 64 d.C., se produjo un incendio en el área del circo máximo. Se extendió al resto de la ciudad velozmente y con una fuerza sin igual. Hay que destacar que no todas las viviendas eran de ladrillos o materiales medianamente consistentes, muchos establecimientos como casetas de comercio eran de madera y paja, ayudando fervorosamente a la rapidez y propagación del incendio. Duró seis días, hasta el 23 de julio. En ese tiempo la gran ciudad se destruyó casi en su totalidad junto con una gran cantidad de muertes.
Se dice, pues no se sabe con seguridad en las fuentes, que Nerón, mientras veía sucumbir su ciudad bajo las llamas, se dedicó a cantar con su lira y bailar. Aunque, posiblemente no se sepa con seguridad, lo que sí que podemos deducir por su propio peso es la correlación entre su locura y sus actos.
Tras haber extinguido el fuego, Nerón fue acusado de haberlo provocado pero él, para no sembrar dudas, culpó a los cristianos.
En la biblioteca casanatense, cerca del Vaticano, reside un libro sobre el cristianismo primitivo. Hay evidencias particulares aunque sumamente subjetivas. El libro de la revelación o también dicho el libro del fin de los tiempos, también llamado el Apocalipsis. Como bien se puede deducir, es un manuscrito profético, pero más allá de unas creencias personales y espirituales, contiene importante información política del momento. En un fragmento, hace alusión a la causa del mal, concretamente quién es el causante. Entre sus páginas detalla que el apocalipsis seguiría por un anticristo conocido por un número en particular 6-6-6, pero, ¿quién es? El número se usó de tal manera para que nunca se dijera su nombre. Ello puede entenderse debido al enorme miedo, pues las creencias de antes eran tan importantes que suponían una forma intrínseca en el ser humano. Alma y cuerpo.
Hay un fuerte argumento de que este número hace referencia a Nerón. Como bien se ha dicho antes, gobernó entre el 54 y 68 d.C., justo cuando los primeros cristianos comenzaban a vivir en Roma. Cuando se aplican valores numéricos con el nombre Nerón César y por ende al realizar la suma de los números, da como resultado 6-6-6.
En hebreo, la letra 6 se escribe como “waw” cuyo símbolo se expone como una “i” mayúscula. En este antiguo idioma, el número seiscientos sesenta y seis no se escribe como tres “waw”, sino que se escribe como el nombre de Nerón, en concreto, Nerón César.
Esta información se debe a que el emperador era muy despreciado, sobre todo por la persecución de los mismos. Durante el incendio, además de culparlos, realizó ejecuciones en masa en el circo de Nerón ubicado donde ahora está la plaza de San Pedro.
La tradición cuenta que incluso mató a Pedro, uno de los más fervientes devotos y, para muchos, el fundador de la Iglesia en Roma. Pedro fue crucificado boca abajo y a muchos se les prendía fuego, ganando más fama de odio entre los cristianos. Ahora, en el mismo lugar, existe la basílica de San Pedro. Para los cristianos, Nerón era el anticristo y, para el libro nombrado anteriormente, también.
Quizás este emperador fue realmente el anticristo como dicen los escritos, pero lo que parece, y de ser cierto, el libro contiene más información política de la que pensamos. Nerón ha podido cambiar la historia, no solo por sus acciones, sino también por lo que ha supuesto en los textos antiguos. Para la gente creyente, el apocalipsis y el anticristo son momentos de dolor y tristeza que llegará de un momento a otro bajo el poder más oscuro, pero tal vez, pudo ser simplemente un acontecimiento como un macro incendio y un señor que odia a los cristianos ya que él se considera la religión en sí para todos.
Lo que está claro, aunque subjetivo, es la interpretación de todo texto antiguo. Nunca llegaremos a saber la realidad, pero con una buena interpretación y una pizca de sentido común, se puede llegar a lo que probablemente fue. Escribir siempre ha sido un modo de evasión, desahogo y sobre todo de crítica. Los textos como los mencionados anteriormente, bien podrían ser meras formas de expresión de lo ocurrido, de criticar a los inhumanos y criminalizar los actos más infames.
La escritura siempre dará cobijo a esas pobres infravaloradas como son la crítica, denuncia y exposición.
Fuentes
David José
Estudiante de Geografía e Historia, entre otras cosas. Amante de la historia en todo su ámbito. Empezó derecho pero la historia solicitó sus servicios. Le gusta mucho la naturaleza, conocer lugares diferentes y apreciar cada parte. Su mayor placer es aprender por gusto.