La abadía de Santo Stefano de Bolonia, la iglesia de las “siete iglesias”

Bolonia es una ciudad que sorprende al viajero. No es tan monumental como Florencia, no tiene la inmensidad de Roma o la belleza de Venecia. Sin embargo, va descubriendo sus secretos al caminante, desvelando pequeños rincones encantadores en los que puedes sentir las capas de la historia.

Uno de esos rincones es la Iglesia de Santo Stefano, también conocida como “le sette chiese“, las siete iglesias, un complejo compuesto por varios edificios levantados en diferentes épocas.

En sus orígenes, según la hipótesis más aceptada, existía en el lugar un templo romano de culto a Isis que debió ser fundado en torno al siglo I d.C. junto a un manantial, a las afueras de la muralla de la ciudad.

En el año 393 san Ambrosio encontró los restos de los protomártires Vital y Agrícola, fallecidos en el 304, y decidió conservarlos junto al antiguo templo. En ese lugar, al parecer, se levantaba un pequeño oratorio del que apenas se conserva nada.

Pasó el tiempo y, ya en el siglo V, san Petronio fundó, sobre las ruinas del antiguo templo, una iglesia consagrada a san Esteban. Según cuenta la tradición, el obispo Petronio fundó dicha iglesia tras su visita a Jerusalén, queriendo crear en Bolonia una réplica del Santo Sepulcro. Por eso se conoce a Santo Stefano como “Sancta Ierusalem Bononiensis”, si bien es cierto que esta denominación no se adoptaria hasta finales de la Edad Media.

La Iglesia de Santo Stefano aparece varias veces citada en las fuentes históricas. Parece ser que en el año 786 Carlomagno llegó a Bolonia para hacerse entregar unas reliquias de los santos Vital y Agrícola, depositadas en la iglesia y, años después, aparece citada en documentos del Carlos III “el gordo”, emperador carolingio. Esto nos indica la gran importancia que tuvo la iglesia en aquellos tiempos.

A lo largo de los siglos la iglesia se fue ampliando y transformando, dando lugar al complejo que tenemos hoy, compuesto por la Iglesia del Crucifijo y su cripta, la Basílica del Santo Sepulcro, la Basílica de los santos Vital y Agrícola, el Patio de Pilato, la Iglesia del Martirio y el claustro.

La Iglesia del Crucifijo

Esta iglesia es la es la única cuya puerta da a la calle, por tanto, es la primera que se visita en el complejo. Su origen se remonta al s. VI, si bien ha sido tan transformada que prácticamente no queda nada de aquella iglesia original.

Se trata de un edificio con una única nave, con cubierta a dos aguas. Al fondo de la nave, como en otras iglesias italianas, una escalinata permite acceder al presbiterio, bajo el cual se encuentra la cripta. La cruz, del siglo XIV, es obra del artista Simone dei Crocifissi.

Bajo el presbiterio se encuentra la cripta románica, con cinco pequeñas naves divididas por varias columnas. Una de las columnas está compuesta de dos piezas de piedra, sin capitel, sobre la que versa la tradición de que san Petronio la trajo de Jerusalén para mostrar a sus fieles la altura de Cristo.

Interior de la Iglesia del Crucifijo (fuente)

La Basílica del Santo Sepulcro

Esta basílica es, en la opinión de quien esto escribe, una de las más interesantes del complejo.

La tradición dice que esta basílica es la que fundó san Petronio en primer lugar, sobre las ruinas del templo dedicado al culto de Isis y a imagen y semejanza del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Se trata de un edificio de forma octogonal, reconstruido el en s. XI y adaptado a las necesidades del monasterio benedictino que era Santo Stefano en aquel momento.

En el interior, la construcción de mármol reproduce el sepulcro de Cristo, y conserva una urna con los restos de san Petronio, depositados en la iglesia a mediados del s. XII.

También se pueden encontrar algunas columnas de mármol veteado que son reutilizaciones de columnas del templo romano anterior. En la imagen bajo estas líneas puede apreciarse una de ellas, a la derecha de la misma.

Interior de la Iglesia del Santo Sepulcro. Foto de la autora.

Basílica de los santos Vital y Agrícola

La iglesia de san Vital y san Agrícola es la más antigua de todo el complejo, y la que menos modificaciones ha sufrido desde la época medieval. Se levanta sobre el lugar en el que se encontraba el pequeño oratorio fundado por san Ambrosio en el siglo IV, y conserva los restos de ambos protomártires.

La planta tiene forma basilical, con tres naves, y conserva los caracteres del románico lombardo. Respecto a las columnas que sostienen las naves, algunas de ellas presentan evidencias de ser reutilizaciones de las usadas en el templo romano del siglo I – II, rematadas por capiteles en estilo jónico, mientras que otras mantienen capiteles en estilo bizantino, correspondiente a los siglos V – VII. Un vez más, la construcción muestra diferentes periodos y habla, a quien quiere escuchar, de la historia del lugar.

Patio de Pilato

Detrás de la iglesia del Santo Sepulcro se encuentra el llamado Patio de Pilato. Su denominación recuerda al litostrotos, el lugar en el que, según cuenta el Evangelio, Jesús fue condenado y tuvo lugar el famoso lavado de manos de Pilatos.

El lugar está lleno de referencias a los evangelios, que harán las delicias de cualquier amante del análisis iconográfico.

Bajo el pórtico, entre diversas lápidas, se encuentra una escultura en piedra de un gallo, llamado “de san Pedro”, haciendo referencia a la negación de éste.

En el centro del patio hay un gran recipiente de mármol de estilo lombardo que se remonta al s. VIII, que se denomina “Lavabo de Pilato”, recordando el lavado de manos. Este recipiente contiene una inscripción que hace referencia al momento de su esculpido, durante el reinado de Liutprando y siendo Barbato obispo de Bolonia.

Panorámica del Patio de Pilato. Foto de la autora.

Iglesia del Martirio

Existe una gran incertidumbre sobre los orígenes de esta iglesia. Teniendo en cuenta diversos elementos, parece que fue en origen un oratorio que se estableció sobre un antiguo cementerio, un martyrium o cementerio de mártires, que se remonta a los s. IV o V. Posteriormente fue reconstruida siguiendo el modelo de basílicas paleocristianas, siguiendo la dirección este-oeste. Durante la Edad Media fue abandonada y finalmente adaptada al estilo franco, con tres ábsides.

El edificio resultante está compuesto por cinco naves sustentadas por columnas y capiteles de diferentes épocas, con restos de frescos en las paredes de los siglos XIV y XV.

Su interior alberga un grupo escultórico el s. XIV en madera tallada representando la Adoración de los Reyes, obra del artista boloñés Simone dei Crocifissi.

Claustro

La visita concluye con el claustro, que conforma el testimonio de la presencia de monjes benedictinos en el complejo.

Está construido en dos niveles, quedando el inferior reservado a laicos que acudían allí a rezar. Probablemente, la construcción de ambos niveles no se realizó de manera simultánea, si no que el inferior debió ser realizado hacia finales del s X y el superior, en el s XII.

En el claustro se encuentran, como en todo el complejo, fragmentos de diferentes épocas, desde material de la época romana, como inscripciones o fragmentos de figuras, hasta el s XVII. De nuevo nos encontramos con restos que evidencian el paso de los siglos.

Materiales reutilizados de origen romano en el claustro de Santo Stefano. Foto de la autora,

El nivel superior del claustro llaman la atención los capiteles, en los que se encuentran múltiples figuras, tanto humanas como animales, algunas en actitud de risa y burla que, sin duda, llaman la atención de los niños que lo visitan.

La visita al complejo finaliza con la visita al museo, que alberga un gran número de obras de los siglos XIII y XIV y sirven para poner el broche final a esta interesantísima visita.

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