La clientela en Roma. Una aproximación general.

La institución de la clientela en Roma abarca, grosso modo, toda su historia. Como veremos, sin embargo, hay matices, como siempre.

El funcionamiento de la clientela

El funcionamiento de la clientela es sencillo: hay dos elementos, ya sean personas o instituciones (por ejemplo el SPQR y una ciudad extranjera), que se van a vincular. Una de ellas tiene una posición superior (patronus) y el otro inferior (cliens). La relación pasará a ser de dependencia, aunque en muchos aspectos parezca más co-dependiente. El patrón ofrecerá algún tipo de cobertura al cliente, ya sea protección económica o legal, asesoramiento, influencia por medio de recomendaciones, ventajas, etc. El cliente “pagará” esa protección de distintas forma: dinero, trabajo, votos, influencia o adulación, por ejemplo.

Origen y evolución de la clientela

Los orígenes de esta institución en Roma los atribuye Dionisio de Halicarnaso al mismísimo Rómulo.

“Después de que Rómulo había distinguido a los de rango superior de sus inferiores, luego estableció leyes por las cuales se prescribían los deberes de cada uno.”[…] Pero Rómulo no solo recomendó la relación por una designación hermosa, llamando a esta protección de los pobres y humildemente un “mecenazgo”, sino que también asignó oficinas amistosas a ambas partes, por lo que la conexión entre ellas fue un vínculo de bondad para sus conciudadanos.

Antigüedades Romanas, II, 9.

Si bien podemos dudar que los acontecimientos se desarrollaran así, sí es posible que la aparición de la clientela como forma de relación sí se remonten a los orígenes de Roma, si no incluso al periodo precedente, en el seno de la cultura de las Terramaras. La idea que habría regido esta forma de vinculación gira en torno a lo que luego será la gens.

Reconstrucción de la Roma Arcaica, Museo della Civitá Romana, fotografía de Giorgio Eusebio Petetti

De modo general, una población de cazadores-recolectores se va a estructurar, de forma básica, en torno a la familia nuclear . El desarrollo social vinculado al sedentarismo y la agricultura permitirían la aparición de grupos de mayor tamaño en torno a esas familias. En ese caso se podría desarrollar un sistema tribal. Este sería, en teoría, el siguiente grado en complejidad. Este sistema puede dar lugar a desigualdades larvadas, ya sean pequeños liderazgos, muchas veces en la figura del o la cabeza de familia, o bien por la distribución de trabajo o por estratos de edad.

A medida que se crean agregados de tribus, puede que hagan falta estructurar formas de gobierno, crear leyes, generar formas de vinculación entre las tribus, etc. Si aparecieran estas formas de ordenación es posible que se diese la aparición de élites, quienes acumularían poder y, por ende, riqueza. En torno a estas formas de aglutinación social aparecerían elementos como el intercambio de regalos (vinculación simétrica) o la clientela (vinculación asimétrica). De esta manera se permite que un miembro externo al grupo, pase a formar parte del mismo, aunque sea de forma limitada.

En el caso pre-romano, la clientela habría permitido la inclusión de extranjeros en el grupo de las gentes. Estos clientes pasan a ser dependientes del patrón o grupo bajó el que se auspician y le deberán, a cambio, algún tipo de pago. Según Roldán Hervás (1978),

[…] se trataría de una forma de dependencia no esclavista que constituye el motor del desarrollo político de la comunidad primitiva romana. […] la clientela constituirá el nervio de la fuerza de trabajo indispensable en la comunidad de la aldea.

(1978, p. 26)

En esta forma anterior a la formación de la civitas, el cliente “agradece” la integración y la cobertura que le proporciona el grupo mediante trabajo, es decir, ayudando a su manutención. Sin embargo, las formas de propiedad se van tornando individuales y la clientela pasa a parecerse cada vez más a lo que entendemos como tal. El desarrollo urbano, además, se aleja del régimen comunitario de la gens tradicional. En el caso romano implicaría la aparición de la plebe a partir de esos clientes, en oposición a esas gentes que se convertirán en los patres, los patricios.

Esos grupos gentilicios van a adquirir un poder creciente dentro de la nueva estructura monárquica. El rey, o bien sale de estas familias, o emparenta con ellas. El desarrollo del ejército en torno a esos linajes les permite formar parte del control coercitivo del “estado”. Sin olvidar que también participarían del control de la justicia al ser nombrados jueces, consejeros, etc.

La institucionalización del liderazgo común comporta el mayor desarrollo posible del aparato coercitivo, amparado en una fuerza (policial y militar) que garantice el orden previsto en las normas establecidas, según la interpretación de los órganos especializados (jueces y tribunales). Las normas que emanan de los órganos e instituciones del Estado lo hacen en virtud de la potestad o poder socialmente reconocido que recae sobre los mismos, así como en virtud de la autoridad o de la legitimidad que los ampara.

Introducción a la Antropología social y Cultural, 2010, Opencourseware de UNICAN.
Materiales de clase, 5.7.2 Los rasgos distintivos de la organización estatal.

En este punto la clientela toma la forma que perdurará, aunque con diversas variaciones, dado que ya no es una cuestión de integración en los grupos gentilicios, sino de favores. La fides será el vínculo que una ambas partes. Para algunos esto deja la relación en el ámbito social y ético, pero para otros lo introduce en un marco jurídico, tal y como se refleja en la aparición de normas en torno a esta relación. Es el caso, por ejemplo, de una ley de las XII tablas, según la cual, patronus, si clienti fraudem fecerit, sacer esto (el patrón que hiciera fraude a su cliente, sea execrado; 21, VII). En este contexto, el cliente, principalmente, recibirá protección legal del patrón y a cambio va a tener una serie de deberes patrimoniales, como el apoyo económico al pago de la dote de la hija o participar del rescate en caso de captura.

La liberta Fenenia Ispala denuncia la asociación de las Bacanales, de Cesare Maccari

La clientela y la República romana

Y entonces, con el avance de la República aparece la clientela política. Al menos en la teoría. El patrón defiende al cliente por la ley y, además, empieza a alterarse la relación económica. El cliente empieza a recibir apoyo económico de su patrón, un proceso que, sin embargo, se desarrollará plenamente bajo el principado, cuando la clientela pierda gran parte de su significado político. Lo más interesante es que, en paralelo, se desarrolla durante la República un fuerte juego de influencias. El patrón puede recomendar a su cliente, como hizo Cn. Pompeyo con Tito Labieno al mandarlo con César, de quien fue legado hasta que la guerra civil le hizo volver al “redil” de su patrón.

¿Y que obtenía el patrón? Influencia política.

En este punto hay que dar un par de apuntes sobre el debate en torno a la influencia política de la clientela. Tradicionalmente se había considerado que las amicitias y la clientela eran la base de la política durante la República, siendo una forma de control político para la aristocracia. Sin embargo, a partir de The fall of the Roman Republic (1988), de P. A. Brunt, esta visión se cuestiona. La clientela pasa de ser considerada el eje vertebrador de la política republicana, a ver incluso cuestionada su existencia como forma de relación. Y es que, uno de los mayores problemas que avalan estas dudas, es la escasez de la presencia de términos relacionados con la clientela en las fuentes, sobre todo hacia finales del periodo republicano. Para profundizar, recomiendo el artículo de Ana María Suárez Piñeiro Sobre el papel de las relaciones de clientela y patronato en la política de la tardía republicana romana (enlace).

Foro Romano antes de César, Panairjdde – Yug

Sea como fuere, lo cierto es que si acudimos al Commentariolum petitionis de (supuestamente) Quinto Tulio Cicerón, vemos que la relevancia del séquito es fundamental para un candidato. Si bien el autor no emplea el término cliente, habla de los que van a saludar cada mañana al candidato. Es decir, la salutatio, un ritual en que los clientes iban al alba a la casa del patrón a saludarlo y, tal vez, recibir algún presente, como la sportula, dinero, etc. Lo más relevante de esto es que mostraba la relevancia del patrón. La gente veía en la puerta de su vivienda a sus clientes. Proyectaba una imagen de poder y, sobre todo, de “merecimiento”. El patrón, cuando se presentaba como candidato, se ofrecía de forma metafórica como patrón de toda la comunidad. Si era un buen patrón, era de confianza, cumplía con sus obligaciones, no exigía demasiado a sus clientes, etc, se ganaba el privilegio del voto de los ciudadanos.

La política de Roma giraba en torno a la imagen, como hoy día, eso es algo innegable. Si ese candidato, tal y como dice Quinto Cicerón, aparecía en el Foro con un gran séquito, recordaba los nombres de con quienes se cruzaba, se le veía en buenos términos con las personas más importantes, tenía, en teoría, más oportunidades de acceder al consulado, dado que proyectaba una imagen de ser merecedor de acceder al privilegio que era la magistratura.

Así pues, vemos que la clientela era importante, por ejemplo ayudaba a aumentar el séquito, daba fama al candidato o le presentaba como confiable. Por otro lado, hay elementos que señalan que la clientela, en la votación como tal, era importante pero no fundamental y, con el tiempo además, se vió cada vez más limitada. Las leyes para el voto secreto o leyes tabularias (Gabinia, 139 a.C.; Cassia, 137 a.C.; Papiria, 131 a.C.; Coellia, 71 a.C.) o las leyes contra la intimidación al votante (Maria, de suffragis ferendis, 119 a.C.; Fabia, de numero sectatorum 67-63 a.C.; Licinia, de sodaliciis, 55 a.C.) apuntarían a esa limitación, ya fuera protegiendo al sistema de las influencias y presiones sobre los clientes para inclinar el voto, o bien garantizando que los clientes de un candidato no ejercieran presión sobre otros votantes. Por tanto, es evidente que la clientela, entre otras formas de vinculación social, sí era importante en la política de la República, aunque no fuera esa pretendida herramienta de las élites para mantener el poder en sus manos.

El último Senado de Julio César, de Raffaele Giannetti

La clientela en el Principado. Los parásitos

Y la República cayó (o la hicieron caer) y vino el principado. En consecuencia parece la necesidad de influencia política decae. Al menos en la capital, claro. Muchos estudios en torno a la clientela parecen considerar que la inoperancia de la misma, al cesar el sistema electoral, hace que esta institución deje de tener relevancia política. Sin embargo, parecen olvidar que en las provincias existían gobiernos urbanos, donde también hacía falta tener peso político para prosperar. Y no solo eso, las influencias políticas van a permitir acercarse al poder, aunque no sea mediante las urnas. Tener un buen patrón puede encumbrar a una persona y tener malos clientes puede arruinar a otra.

Durante el principado vemos, sin embargo, que la literatura va a girar en torno a la figura del cliente-sanguijuela. Básicamente se trata de un mendigo venido a más que ronda a los ricos para sacar dinero frente a patrones cada vez más exigentes y esperpénticos. Al menos así parecen referirlo autores como Petronio o Juvenal. Es curioso, no obstante, que más de un literato que nos ha llegado, disfrutaran de esta institución de la clientela bajo la forma del mecenazgo.

En cuanto al término parásito, se adoptó del griego para referirse a ese comensal que se aprovecha de su situación clientelar para vivir de otros. Así lo recoge la RAE:

Del lat. parasītus, y este del gr. παράσιτος parásitos ‘comensal’, ‘gorrón’; el acento de la forma española actual se basa en el étimo griego.

En palabras del parásito Gelásimo en Estico, de Plauto:

Vendo frases graciosas. Venid, ofreced: ¿Quién las quiere por una cena? ¿Quién ofrece una comida por ellas?. También vendo adivinanzas griegas de las que hacen sudar. Blandas risotadas para cuando se está bebido , agudezas, halagos y regocijos parasitarios. Un parásito vacío para depositar en él las sobras de la comida. Me es necesario vender esto como sea.

Banquete Romano de Joseph Coomans

Según afirma Juan Carlos Tello Lázaro, el avance del principado y del dominado va a convertir al cliente en una especie de “criado-para-todo a medio camino entre el bufón y el parásito, pero sin llegar a ser ni lo uno ni lo otro” (AÑO, p. 354). En cualquier caso, la conexión entre la clientela y la familia, va a permanecer inalterable, tal y como manifiestan algunas normas del Digesto en cuestiones de alojamiento o alimentación (9.3.5.1/33.9.3/33.9.3.6).

El… ¿final de la clientela?

Sin ánimo de profundizar más, hay que recordar dos hechos importantes. Primero, la clientela, tal y como he dicho más arriba, no solo se circunscribe a la relación persona-persona, sino podía incluir a pueblos bajo el patronato de otros pueblos, hay variantes de pueblo-persona, etc. El colonato podría ser otra forma de clientela, así como los soldurii hispanos o los ambacti galos. Estos, sin embargo, tienen unas connotaciones distintas, aunque algunos autores lo sitúan en el mismo sistema de relación asimétrica de favor a cambio de prestación. Segundo, no hemos de olvidar tampoco que la figura de la clientela ha pervivido y está asentada en las relaciones sociales de forma habitual. A lo largo de la historia tenemos casos que lo ejemplifican. A modo de colofón al respecto, recomiendo el libro de José Varela Ortega, Los amigos políticos: partidos, elecciones y caciquismo en la restauración (1875-1900), para ver como ese clientelismo permite incluso todo un sistema político como la restauración y el turnismo en España.

En cuanto a la política actual y el clientelismo lo dejo a la interpretación de cada cual y su conciencia.

Ilustración cómica del Turnismo, en el Motín (8/10/1892)

Fuentes

  • Foto de la cabecera: Foro romano desde los Museos Capitolinos, terraza del antiguo Tabularium. Archivo personal.
  • Ardanaz, A. (2005). El clientelismo en la Roma clásica: las transformaciones de los vínculos clientelares con la llegada del Imperio. X Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia.
  • Castán, S. (2012). Corrupción electoral en la República romana: intereses del populus y la nobilitas en la lucha política.
  • Deniaux, E., Morstein‐Marx, R., & Martz, R. (2006). Patronage. A companion to the Roman Republic, 401-420.
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  • Fernández Vega, P.A. (2003) La casa romana. Akal.
  • Giménez Sáez, A. G. (2022). La clientela mediación en la incorporación a la ciudadanía. Revista de Derecho de la UNED (RDUNED), (29), 221-249.
  • Gómez-Pantoja, J. L. (1984). Una guía para ganar las elecciones. En Historia 16, 164
  • López Barja de Quiroga, P. (2013). Patronato y clientela: el gobernador provincial romano. Actes du Groupe de Recherches sur l’Esclavage depuis l’Antiquité, 34(1), 141-160.
  • Morstein-Marx, R. (1998). Publicity, Popularity and Patronage in the” Commentariolum Petitionis”. Classical Antiquity, 17(2), 259-288.
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  • Roldán Hervás, J.M. (1978). La comunidad romana primitiva, la clientela y la plebe. Memorias de historia antigua, (2), 19-39.
  • Suárez Piñeiro, A. M. (1996). Sobre el papel de las relaciones de clientela y patronato en la tardía república romana. Gallaecia, 14-15
  • Suárez Piñeiro, A. M. (1998). La reforma del sistema electoral romano durante el ultimo siglo de la República. Gallaecia: revista de arqueoloxía e antigüidade, (17), 425-446.
  • Lázaro, J. C. T. (2010). La clientela romana y el clientelismo político. Derecho, persona y ciudadanía: una experiencia jurídica comparada (pp. 335-368). Marcial Pons.
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