Diez hombres muertos: Bobby Sands y la huelga de hambre de 1981 en Irlanda del Norte

“Me encuentro en el umbral de un mundo inestable. Que Dios se apiade de mi alma.”

Diario de Bobby Sands, prisión de Long Kesh

El enfrentamiento entre irlandeses e ingleses en Irlanda del Norte se remonta al siglo XVI. No tuvo un origen religioso, sino colonialista: invasores ingleses contra nativos irlandeses. Se dio la circunstancia de que los primeros eran protestantes y los segundos católicos, pero en ningún caso el germen de los que posteriormente se denominaron los troubles fue la defensa de unas determinadas creencias. No es el objeto de este artículo relatar con detalle el posterior curso de los acontecimientos, algo imposible por su complejidad, sino proporcionar un contexto en una época concreta. El conflicto acabó desembocando en un estado de permanente discriminación que rayaba con el racismo.

Durante la década de los 60, las protestas pacíficas de los irlandeses que luchaban por sus derechos civiles fueron reprimidas con brutalidad, culminando con la masacre del Bloody Sunday en enero de 1972. En marzo del mismo año, Gran Bretaña suspendió el Parlamento de Stormont (equivalente a un parlamento autonómico español) e instauró un gobierno directo. En esta época, la situación de los seis condados bajo soberanía británica en Irlanda del Norte ya podía calificarse de guerra encubierta. El bando unionista contaba con un violento grupo paramilitar (UVF, Ulster Volunteer Force) que actuaba sin piedad, inflamado por los discursos incendiarios del reverendo Ian Paisley. Acosados, atacados en sus propias casas, sin posibilidad de acceder a una vivienda digna o a un trabajo, apartados en ghettos e ignorados por las fuerzas del orden que debían protegerlos, los irlandeses tenían pocas opciones. El apoyo al IRA (Irish Republican Army) y a su brazo político, el Sinn Féin, aumentaba al mismo tiempo que lo hacía la represión británica.

Bobby Sands nació el 9 de marzo de 1954 en Rathcoole, un distrito de Belfast de mayoría unionista. Era el mayor de una familia católica, al que siguieron sus hermanos Marcella (1955), Bernadette (1958) y John (1962). “Marcella” fue el seudónimo que utilizaría Bobby Sands al cabo de los años en sus escritos y en su correspondencia desde prisión con Gerry Adams.

La vida de la familia Sands no fue fácil. Acosados y expulsados de su casa en más de una ocasión por las fuerzas unionistas, acabaron establecidos en el oeste de Belfast. Por la misma causa, Bobby tuvo que abandonar su precario trabajo de aprendiz en una fábrica de automóviles. En 1972 se unió al IRA. Al año siguiente fue arrestado por posesión de armas de fuego y condenado a prisión. Tras cumplir tres años de condena en la prisión de alta seguridad de Maze, también conocida como “Long Kesh”, retomó su activismo en el movimiento republicano. Seis meses después de su liberación en abril de 1976 fue detenido de nuevo, acusado de haber intervenido en un ataque con bomba a un almacén de muebles que terminó en un tiroteo contra la RUC (Royal Ulster Constabulary). Fue otra vez imputado por posesión de armas de fuego, de forma muy controvertida, ya que había permanecido dentro de un coche junto con otros tres ocupantes y todos fueron condenados por la posesión de una única pistola que se halló en el vehículo. Esta vez fue sentenciado a 14 años, que debería cumplir también en Long Kesh.

Desde 1972 había existido un estatus especial para los prisioneros condenados por delitos relacionados con la violencia civil, concediéndoles ciertos derechos, entre los que se encontraban la libre asociación o la opción de vestir su propia ropa en lugar del uniforme de la prisión. Tras la derogación de estos privilegios el 1 de marzo de 1976, los condenados por delitos de terrorismo que entraban en Long Kesh ya no eran considerados presos políticos. Se creó una situación que rayaba en lo absurdo, porque los condenados por los mismos delitos antes de dicha fecha mantuvieron su anterior condición. Además, los nuevos prisioneros fueron trasladados a unos bloques especiales, denominados por su forma “H-Blocks”. Estas medidas del gobierno británico no tenían otro objeto que la criminalización de los presos republicanos irlandeses.

Comenzó entonces una lucha para recuperar las prerrogativas perdidas. En primer lugar, se negaron a vestir el uniforme de la prisión, cubriéndose con mantas e iniciando lo que se llamó la “blanket protest”, apoyados por las prisioneras republicanas internadas en la cárcel de Armagh. Transcurridos dos años en los que los presos no depusieron su actitud, las autoridades de Long Kesh decidieron denegar el acceso a los cuartos de baño y a las duchas a todo aquel que no vistiera el uniforme de prisionero, lo que originó una segunda protesta: “no wash/no slop-out protest”. Cualquiera que se sumara a las protestas perdía el derecho a la reducción de condena por buen comportamiento y no tenía permitido recibir visitas ni mantener correspondencia, excepto una carta mensual que era previamente censurada.

En el otoño de 1980 un grupo de prisioneros de Long Kesh junto con otro grupo de prisioneras de Armagh comenzaron una huelga de hambre. No era la primera que se producía en un país al que afectan de forma muy profunda este tipo de movilizaciones. La de 1980 exigía el cumplimiento de lo que se denominaron las “Cinco Demandas”: no vestir el uniforme de la prisión, no realizar trabajo carcelario, restauración del derecho a la libre asociación, derecho a una visita y correspondencia semanal y devolución de las remisiones de condena perdidas durante la protesta. Esta movilización duró cincuenta y tres días y no se produjeron muertes. Finalizó con el compromiso del gobierno británico a mejorar las condiciones de los presos republicanos. Sin embargo, estas mejoras nunca llegaron a implantarse.

Bobby Sands no formó parte del grupo de prisioneros que llevaron a cabo la huelga de hambre de 1980. Poco después de su llegada a los H-Blocks había sido elegido por sus compañeros como oficial al mando, sucediendo a Brendan Hughes. La prisión convirtió en líder a alguien que parecía no tener ninguna cualidad para ello. Como dice Beresford en su libro “Ten Men Dead”, “fue un ejemplo de cómo el momento hace al hombre”.

A principios de 1981 ya era evidente que el gobierno británico no tenía ninguna intención de cumplir los acuerdos para mejorar el estatus de los presos republicanos. El 5 de febrero de ese mismo año se anunció una segunda huelga de hambre, esta vez liderada por Bobby Sands, que empezaría el 1 de marzo, coincidiendo con el quinto aniversario de la derogación de la categoría especial. A diferencia de 1980, los prisioneros no estarían en huelga de hambre de forma simultánea, sino que se irían incorporando de forma paulatina. Bobby Sands sería el primero y le seguirían Francis Hughes, Raymond McCreesh, Patsy O’Hara, Joe McDonnell, Martin Hurson, Kevin Lynch, Kieran Doherty, Thomas McElwee y Michael Devine. Con esto confiaban aumentar la presión sobre el gobierno británico, presidido por Thatcher.

A los cinco días de haber comenzado la huelga de hambre, se produjo el fallecimiento repentino de Frank Maguire, diputado republicano por la demarcación de Fermanagh and South Tyrone, a causa de un infarto. Esto significaba que debían convocarse elecciones y, por tanto, elegir candidatos. Tras un duro proceso de negociación entre el Sinn Féin y otros nacionalistas más moderados, se decidió que ese candidato fuera Bobby Sands, quien tendría que enfrentarse al unionista Harry West. Sands obtuvo 30.492 votos frente a los 29.046 de West.

El triunfo de Sands significaba para los republicanos la evidencia de un apoyo objetivo a su causa, aparte de que no faltaron quienes votaron por él porque no querían su muerte y estaban seguros de que el gobierno británico no permitiría que esto le ocurriera a un miembro electo de su Parlamento. Pero se equivocaron, topándose con el inflexible “Crime is crime is crime; it is not political” de Thatcher, que no sólo no cedió ni un milímetro, sino que además cambió la legislación para impedir que otros presos republicanos pudieran ser candidatos en otros posibles procesos electorales.

El impacto de esta elección tuvo una enorme repercusión internacional. Pero, pese a todas las presiones y súplicas, Bobby Sands murió el 5 de mayo de 1981 tras sesenta y seis días en huelga de hambre. A su entierro con honores militares en el cementerio de Milltown, en Belfast, asistieron unas cien mil personas. Algunos pugnaban por acercarse a Rosaleen Sands, tildándola de asesina por haber permitido que su hijo muriera.

Mural en memoria de los diez huelguistas que fallecieron tras la huelga de hambre de 1981 (Wikimedia Commons)

La conmoción ocasionada por la muerte de Sands y las de los nueve voluntarios que continuaron tras él la huelga de hambre no consiguió que el gobierno de Thatcher cediera. La movilización empezó a debilitarse, finalizando el 3 de octubre de 1981. Algunos de los prisioneros que siguieron a sus diez compañeros muertos la abandonaron por considerarla inútil, otros por complicaciones médicas graves y varios por la intervención de sus familias cuando ya estaban al borde de la muerte.

En cuanto a las repercusiones de la huelga de hambre de 1981 existen discrepancias. Para unos significó una victoria incontestable del gobierno británico, que por otra parte recibió numerosas manifestaciones de condena internacional. En opinión de otros, representa el comienzo de la andadura política de Sinn Féin para convertirse en un partido apoyado y aceptado. Tampoco faltan acusaciones contra algunos de sus dirigentes por haber rechazado presuntas ofertas, realizadas en negociaciones secretas por el gobierno británico, que podrían haber adelantado la finalización de la huelga. Objetivamente, los prisioneros republicanos consiguieron que se realizaran concesiones, en realidad, que se aceptaran todas sus demandas excepto la de no realizar trabajos carcelarios, pero nunca lograron el reconocimiento de su estado de presos políticos.

Protestas en Amsterdam frente al consultado británico tras el fallecimiento de Bobby Sands (Wikimedia Commons)

Héroe y mártir para un bando, delincuente para el contrario, la figura de Bobby Sands es diferente a la de sus compañeros de causa. Aunque otros prisioneros solían escribir declaraciones, él no se limitó a éstas. Dejando aparte el diario que escribió durante su huelga de hambre, se le puede considerar como el artífice de la literatura de los H-Blocks, cuyo mayor mérito es haber sido creada en condiciones terribles. Compartida con otros prisioneros cuando los funcionarios se retiraban por la noche de las celdas, o con el exterior, oculta en cigarrillos o en bolígrafos, tanto su prosa como su poesía reflejan la búsqueda de la belleza en un lugar colonizado por el terror y el aislamiento, al mismo tiempo que describen de manera muy gráfica los horrores de la vida en prisión. Son portadoras de la “terrible beauty” de Yeats, y de la afirmación del afán de libertad inherente al ser humano. Dos de sus canciones, “Back Home in Derry” y “McIlhattan”, han sido grabadas por el conocido artista Christy Moore.

El 17 de marzo de 1981, en la última página de su diario, Bobby Sands escribió: “El cuerpo se defiende, pero, al final, todo se reduce a lo único que realmente importa: la mente. Si no pueden destruir tu deseo de libertad, nada podrá destruirte.”

Bibliografía:

  • Imagen de portada: Mural de Bobby Sands en Belfast (Wikimedia Commons)
  • “D’éirigh mé ar maidin …”. Denis O’Hearn, Laurence McKeow. 2006
  • “Irlanda del Norte. Historia del conflicto”. Luis Antonio Sierra. 1999
  • “Ten Men Dead”. David Beresford. 1994
  • “Writings from prison”. Bobby Sands. 1997

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