La Psiquiatría en los primeros años del franquismo
- Esperanza Arguijo Mayoral
- 9 septiembre 2024
De dónde veníamos: la Liga de Higiene Mental en la década de los felices 20 y la reforma asistencial bajo la II República
Como comentaba en un post anterior en el que hablaba de la historia de la Casa de Dementes de Santa Isabel, en los primeros años del siglo XX hubo un florecimiento de la Neurología y la Psiquiatría (en aquellos años una misma especialidad: Neuropsiquiatría). Desde 1920 hasta el inicio de la Guerra Civil se edita la “Revista de Archivos de Neurobiología”. En 1924, se funda la Asociación Española de Neuropsiquiatras, que este año cumple 100 años de actividad ininterrumpida. En 1927, se crea la Liga de Higiene Mental, que intentaría modernizar las casas de dementes, abandonar el mero custodialismo de estas instituciones y crear una estructura que atendiese a los enfermos que fueran dados de alta en los manicomios, con la creación de dispensarios para atender las necesidades de los que, en aquel momento, reciben el nombre de “psicópatas” (ojo, no confundir con el degradado significado que tiene actualmente el término), entendiendo la psicopatía como una “dolencia de la psique”.
Los alienistas dejan de mirar únicamente hacia el individuo y extienden su mirada hacia la sociedad. Se comienza a hablar de prevención, de atajar problemas sociales, de “combatir las causas de la enfermedad mental en el terreno social”. Estas reformas serían la base de la transformación asistencial en la II República.
Todas estas interesantes reformas en el campo de la salud y la higiene mental quedarían paralizadas durante la Guerra Civil y desaparecerían con el establecimiento del Régimen franquista.
Los primeros años: El Congreso de Barcelona de 1942
Al finalizar la Guerra Civil, en 1939, se funda la Sociedad Española de Neurología y Psiquiatría y se invita a todos los profesionales que no se han exiliado a unirse a la misma. Su directiva la nombra la Dirección General de Sanidad. La preside Juan José López Ibor, siendo su vicepresidente, Antonio Vallejo-Nájera; como secretario nombran al psiquiatra vallisoletano Jesús Ercilla.
Desde la Sociedad se establecen una serie de metas de primera necesidad: finiquitar las asociaciones e instituciones vinculadas a las reformas que se emprendieron en la II República, la edición en 1940 de una nueva revista que sustituiría a “Archivos”: las “Actas Españolas de Neurología y Psiquiatría” que sería dirigida personalmente por López Ibor y, por último, convencer a los neurólogos y psiquiatras españoles de que se unieran a las nuevas instituciones públicas, a las facultades de Medicina y a las comisiones sanitarias.
La ideología y las líneas de trabajo comienzan a plasmarse en el Congreso Nacional de Neurología y Psiquiatría que se celebraría del 12 al 14 de enero de 1942.
Es curioso mencionar que las dos personas que inauguraron el Congreso de Barcelona, el psiquiatra López Ibor, uno de los grandes protagonistas de la Psiquiatría del siglo XX, y el Capitán General de Cataluña y anteriormente jefe de las fuerzas aéreas franquistas durante la guerra, Alfredo Kindelán, se movilizaran firmando sendos documentos en favor de la restauración de la monarquía (López Ibor sería “desterrado” durante meses a un pueblo de Huesca).
Una de las ponencias del Congreso trataría sobre la “Psiquiatría de guerra”, con un sesgo difícil de explicar cuando atribuyen un aumento significativo de neurosis de guerra en las tropas marroquíes frente a la valentía y compromiso de los soldados españoles. También, al parecer, los trastornos mentales campaban a sus anchas entre las desmoralizadas filas rojas.
Otro de los temas álgidos que se trataría en el Congreso fueron los nuevos tratamientos de choque: el coma insulínico para tratar la esquizofrenia, el electroshock, que se practicaría por primera vez en España en 1940 y que se presentaría como una terapia más sencilla y eficaz y con un coste significativamente menor y, especialmente, con un índice mucho menor de mortalidad.
La tercera ponencia trataría de los síndromes provocados por la deficiencia de vitaminas, observados en el Madrid sitiado. Es también interesante observar que esta última ponencia la presentarían dos médicos que habían trabajado en zona roja. Una muestra de la gran influencia de López Ibor es que se aceptase a estos dos profesionales a pesar de haber pasado por sendos expedientes de depuración.
La importancia de la crisis alimentaria que sufre la población en los primeros años de posguerra se constata en la cantidad de comunicaciones que se presentan en el Congreso en relación con los síndromes neurológicos y psiquiátricos por la dieta tan sumamente empobrecida de la población española.
El sesgo ideológico se subraya en los discursos de inauguración, alabando el Alzamiento y la grandeza del nuevo Estado. Aunque el Congreso trata sobre aspectos muy coyunturales del momento, ilumina la aparición de las nuevas figuras de la especialidad y la ideología que imperaría en los primeros años del Régimen.
La nueva concepción de la Higiene Mental
Y es que el nuevo Régimen devuelve a España a las antiguas tradiciones culturales y católicas. Se echa por tierra la labor de los alienistas del siglo XIX y de los neuropsiquiatras de las primeras décadas del siglo XX. Se llega a reivindicar la figura del Padre Jofre, quien en el siglo XIV dedica su vida a los enfermos mentales y como señalaría el ultracatólico López Ibor, “pilar de una sólida tradición asistencial profundamente católica”. López Ibor apuntaba que la higiene mental debía implantarse “sobre unas bases propias, adaptadas a nuestras circunstancias y a la personalidad del español” ya que tanto las características físicas como las psicológicas de los españoles eran diferentes y especiales. Una de las tareas de la nueva Psiquiatría era buscar esas condiciones. El psiquiatra, a partir de ahora, iba a ser un instrumento para la educación espiritual y moral de los españoles.
En un artículo para la revista SER, Vallejo-Nájera relaciona la salud mental con la moral y lo espiritual. Llega a vincular los trastornos psíquicos con la lucha sindicalista obrera de manera que son los amorales y las “personalidades psicopáticas” las que se unen a asociaciones políticas y se “rebelan contra la sociedad”. Son, dice, los que prefieren vivir de las ayudas en vez de trabajar, a pesar de reconocer que los bajos salarios y la gran escasez que se vivía podían provocar en los trabajadores desesperanza y desesperación.
Comienza así a patologizarse la oposición al Régimen y el intento de neutralizarla fue una de las tareas principales de la Psiquiatría de los primeros años del franquismo. Así los enemigos de la nueva España serían seres con trastornos mentales y amorales frente a la moralidad de las buenas gentes adictas al Régimen.
Para el psiquiatra Francisco Marco, era el resentimiento y el fracaso los que conducían a la senda marxista y a una mala higiene mental. Partidario de la educación estricta y la selección de la profesión adecuada a cada joven, que evitaría el fracaso y el rencor que conducían al marxismo. La higiene mental debía pues trabajar para que la población aceptase su destino y su lugar en la sociedad.
La vertiente racial de la nueva Psiquiatría
Según Vallejo-Nájera y sus afines, la raza hispana iba degenerando por la “pérdida de las esencias que había articulado la Hispanidad entre los siglos XV y XVII”. Había pues que recuperar esos valores apoyados en la religión católica y en la esencia del Imperio español del Siglo de Oro.
Hablaba Vallejo-Nájera del concepto racial con una interpretación espiritual, no genética, pues lo importante era la influencia externa de la sociedad, no la biología. Su investigación y sus experimentos en los campos de prisioneros, especialmente entre los brigadistas y las milicianas intentan demostrar su baja capacidad mental y su incapacidad. Creía en una eugenesia “conductista” centrada en “aspectos morales y políticos”. Había que alejarse de lo que él consideraba los males de la sociedad, progreso y democracia y volver a los valores tradicionales de familia y catolicismo lo que se traduciría en una mejora de la raza española. Y si bien, el psiquiatra Ramón Sarró, otra de las figuras de la Psiquiatría del momento, junto con Vallejo y López Ibor, sí parecía decantarse por la eugenesia biológica, finalmente si impuso la moral católica.
El final de los años oscuros
A finales de los años 40, con el final de la II Guerra Mundial y el hundimiento de la Alemania nazi, hay un nuevo planteamiento de la Psiquiatría, más técnico y un poco más alejado de planteamientos políticos.
Resurgen la Liga de Higiene Mental (con poca consistencia) bajo la dirección de Antonio Puga y la Asociación Española de Neuropsiquiatría en 1949, resultado de la unión de la Asociación Española de Neuropsiquiatras y la Sociedad Española de Neurología y Psiquiatría, bajo la presidencia de Antonio Vallejo-Nájera. Posiblemente, este resurgimiento, especialmente el de la Liga, fuera resultado de que España no fue invitada al Congreso Internacional de Salud Mental que se celebró en Londres en 1948.
En 1951, España entra por fin en la Federación Mundial de Salud Mental y participa en la IV Semana de Higiene Mental organizada por la FMSM en Barcelona en 1954. Se crearon, a primeros de los años 50, los Patronatos Provinciales de Higiene Mental y en 1955 se crea el PANAP (Patronato Nacional de Asistencia Psiquiátrica) institución que acogió todas las competencias asistenciales en Salud Mental.
La Psiquiatría española parecía dejar de lado el sesgo ideológico. En 1959, en la XII Reunión de la FMSM finalizaba el proceso de “normalización” de la Psiquiatría española iniciado en 1948 y Ramón Sarró, en su discurso, reconoce por fin la labor realizada en la primera mitad de los años 30 y establece una continuidad a partir de 1948, obviando la Psiquiatría de los primeros años del franquismo.
Un pequeño apunte
Esta entrada es un esbozo de lo que fue la Historia de la Psiquiatría en la primera mitad del siglo XX. Los artículos que he leído proceden, sobre todo, del Departamento de Historia de la Psiquiatría del CSIC. Queda todavía mucho que decir y mucho que investigar en un tema tan espinoso.
Bibliografía y fuentes
- Campos, R., & Novella, E. (2017). La higiene mental durante el primer franquismo: de la higiene racial a la prevención de la enfermedad mental (1939-1960). Dynamis, 37(1), 65-87.
- Campos, R., & González de Pablo, Á. (2017). Psiquiatría en el primer franquismo: saberes y prácticas para un” Nuevo Estado”. Dynamis, 37(1), 13-21.
- Campos, R. (2016). La conjura del peligro: psiquiatría y peligrosidad social en la segunda república y el primer franquismo (1931-1960).
- Dualde Beltrán, F. (2004). La profilaxis de la enfermedad mental en la psiquiatría franquista: esquizofrenia, eugenesia y consejo matrimonial. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, (92), 131-161.
- Huertas, R. (2017). En los inicios de la psiquiatría franquista: el Congreso Nacional de Neurología y Psiquiatría (Barcelona, 1942). Dynamis, 37(1), 23-43.
Esperanza Arguijo Mayoral
Actriz a tiempo parcial. Estudiante del Grado de Geografía e Historia de la UNED a tiempo parcial, también. Cinéfila de las que comenzaron a formarse en los maravillosos cines de barrio. Amante de los libros, de todos... bueno, de casi todos. Y casi jubilada con un montón de proyectos. Me encanta la Historia, con cierta querencia por ciertas épocas: el antiguo Egipto, la época Tudor y la sociedad victoriana.