Un vehículo singular: el Mercedes 540 G4

Los objetos de todo tipo también son parte de la historia, y hoy vamos a hablar de uno, poco conocido, pero con una curiosa historia detrás y que podemos admirar en la Galería de las Colecciones Reales, en Madrid.

Se trata de un vehículo, un coche, un todoterreno, con la respetable edad de 83 años, el Mercedes 540 G4.

Y algunos me dirán “¿oye, pero no se supone que habláis de historia?, ¿ me vas a vender un coche?”. Pues no exactamente, entre otras cosas porque saldría un poco caro, como luego contaremos.

El coche que podemos ver en la foto de portada llegó a España en barco, desde Alemania hasta Barcelona, en 1940. Venía como un regalo de cierto personaje, Adolfo Hitler, a su amigo, el general Franco, reciente vencedor de la Guerra Civil gracias a la ayuda alemana e italiana. Eran aliados y amigos fraternales en aquella época.

El vehículo llegó por sus propios medios hasta Madrid, justo a tiempo para el cumpleaños del Generalísimo, en diciembre de 1940. Fue el viaje más largo que hizo en toda su historia.

Mucha gente no sabe que el führer de la Alemania nazi era un apasionado de los coches desde su más tierna juventud, aunque nunca se sacó el carnet de conducir. Curiosamente, el líder absoluto de una dictadura brutal no podía conducir un coche sin cometer una ilegalidad en el país que gobernaba con mano de hierro. Cuentan que este genocida mostraba su cara más amable en las excursiones que hacía por carreteras secundarias, mostrando un buen humor que con el tiempo se hizo cada vez más raro que mostrase en público. Excursiones que disfrutaba en el asiento del copiloto. Quizás no por casualidad, fue su chófer uno de los que ayudó a quemar su cadáver en el bunker de Berlín, en 1945.

Son innumerables las fotos que existen de Hitler montado en coches enormes. De pie, saludando al público, casi siempre en “mercedacos”. Le habían preparado unos atriles especiales para que el pueblo le viera en toda su majestuosidad cuando se levantaba, siempre en el asiento junto al conductor y, además, pudiera parecer algo más alto y, por tanto, más vistoso y apuesto ante las masas.

Adoraba los coches de la marca Mercedes, empleando habitualmente el llamado 770k Grosser, siempre blindados hasta las trancas, pero luego los prefería descapotables, con lo que ríete tú de la seguridad blindada. Bueno, suponemos que como Alemania es un país cálido, ir en coche descapotable es algo muy práctico, sobre todo en invierno.

Como hemos dicho, ahí donde había que figurar, ahí estaba Hitler y sus cochazos, marcando estilo que diríamos, con el coche pasando por el centro de la calle, con las masas enfervorizadas, haciendo el saludo nazi y él respondiendo también al saludo, pero con uno de su propia cosecha, en lugar de estirando el brazo, lanzándolo hacia atrás, suponemos que porque se cansaba de tanto saludar al personal, o para dar un “toque personal” al asunto, o manías que tenía el personaje, vaya usted a saber.

Empeño de Hitler fue también llenar Alemania de las llamadas autobahn, que podríamos traducir como autopistas, aunque eran realmente lo que hoy conocemos como autovías, un prodigio para las comunicaciones por carretera de la época. Las malas lenguas dicen que para que los ejércitos alemanes fueran más deprisa de un sitio a otro.

La casa Mercedes diseñó varios vehículos para el líder nazi, con “todos los extras”, que diríamos ahora, todos blindados y con posibles usos militares, no sea que tengamos una Guerra Mundial un día de estos y nos pille sin un coche a la medida.

Pero volvamos a nuestro modelo, el 540 G4, del que sólo se hicieron 57 unidades, de las cuales el mejor conservado es el que tenemos en Madrid, que está en su estado original, es decir, su motor de la época, sus piezas originales, etc.

Como hemos dicho, Hitler se lo regala a Franco pero Franco no era precisamente un amante de los coches. Como buen africanista, prefería el caballo, el dromedario o el burro, más y mejor adaptados a su regia figura.

El coche fue empleado en alguna que otra ocasión para ir de caza por El Pardo, la auténtica afición del dictador español, con tan mala suerte que le dejó tirado en mitad de su excursión cinegética y, para que decir más, que los españoles, aguantar, aguantamos muchas cosas, pero hacer el ridículo no es una de ellas y tener que volver remolcado en un coche tan espectacular como que no le hizo demasiada gracia. Nos lo podemos imaginar, con su aflautada voz, protestando de la tan cacareada tecnología alemana. Que sí, que muy bien, Adolf, que has tomado París con tus tanques, pero el coche que me has regalado no chuta. Si a eso le unimos que, siendo bajito, no le gustaban los coches altos, pues el pobre coche alemán se las iba a ver un poco mal en España con semejante dueño.

Y poco después, cuando los alemanes empezaron a perder batallas y se veía que perderían la guerra, pues como que no era muy conveniente aparecer con un coche regalito del que ya se veía como uno de los mayores criminales de todos los tiempos, así que mejor compramos unos Rolls, que los ingleses para los coches como que tienen buen gusto (Rolls que aún se usan en actos oficiales de alto copete, besamanos y taconazo).

Este modelo de coche fue utilizado por algunos otros insignes personajes de la época. Benito Mussolini también recibió uno, y también como regalito, aunque Benito prefería los coches más de línea deportiva y le gustaban los Alfa Romeo, rojos, si era posible.

Y otro que tuvo otro fue Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda. Un tipo bajito, moreno, cojo, o sea, un ario nazi prototípico, y un ser intrigante donde los haya, que daría para hacerle un artículo para él solito.

Así que nuestro Mercedes se quedó unos cuantos años en El Pardo y en algún que otro cuartel, sin salir mucho a la calle.

Vista posterior con el juego de maletas a medida del capó (fotografía de Nieves Hernández).

El coche volvió a ser noticia cuando la Casa Mercedes, que estaba llenando su museo en Stuttgart, ofreció comprarlo por la cantidad de 1.000 millones de pesetas de la época (que se dice pronto). El coche no es que estuviera nuevecito, es que era “original” y estaba bien cuidado. Pero surgió un problema, ¿de quién era el coche? Porque, claro, había sido un regalo “personal” a Franco, pero también existía la duda de si era propiedad del Estado español. Visto que aquello podía ser un auténtico despiporre, la familia Franco decidió ceder los posibles derechos del vehículo al Estado y pasó a Patrimonio Nacional, con lo que la posible venta a los alemanes se rechazó. Se considera que ahora tiene un valor de unos 25 millones de euros.

Después de una buena temporada descansando por ahí, alguien decidió, con buen gusto a mi entender, incluirlo en la nueva Galería de las Colecciones Reales, donde se puede ver en perfecto “estado de revista”, y donde nuestra compañera Nieves Hernández le hizo las fotos que acompañan este humilde artículo.

Podemos verlo con la capota puesta, (no olvidemos que es descapotable), y con el capó abierto, donde se pueden ver el juego de maletas, hechas a medida y firmadas por Karl Baisch, (por pijerío que no quede), fabricadas de tal manera que, una vez colocadas, encajan en el maletero de tal forma que no sobre ni un centímetro. También lo trajeron con un juego de cadenas (igual que ahora te regalan unas alfombrillas).

Si damos algunos detalles técnicos, tiene un motor de 8 cilindros en línea, mide casi 6 metros, tenía y tiene una caja de cambios con reductora, que para la época era lo más. Pesa 3,7 toneladas, (normal, tiene blindaje desde los cristales hasta las puertas), tiene 3 filas de asientos, 5.400 c.c. y la enorme cantidad de 115 CV (sí, sólo), lo que le permite ir a la impresionante velocidad de 67 km/h, como máximo. Recuerden que vino de Barcelona a Madrid por sus propios medios, así que los que lo trajeron tuvieron un viaje, digamos, relajado por las carreteras de la época.

El propulsor envía la fuerza al eje trasero, a las 4 ruedas de atrás que son las motrices, (las de delante no lo son), así que no sería lo que llamamos hoy en día un 4×4, o mejor dicho, un 6×6.

Y si se preguntan si “chupa” mucho, bueno, sólo 38 litros a los 100 km, pero no se preocupen, tiene un depósito de 98 litros y, al precio que está hoy la gasolina…, además, difícil lo tendría para tener una etiqueta ECO.

Lo dicho, no pierdan la ocasión de ver este soberbio coche, visiten la Galería de las Colecciones Reales y pregunten por el coche que Hitler le regaló a Franco por su cumpleaños.

Curiosidad

Un poster de la guerra de hacia 1943 avisaba que ir solo en un coche era un derroche, es decir, se fomentaba el coche compartido y, de no hacerlo así, era como colaborar con Hitler, estabas consumiendo recursos necesarios para ganar la guerra a los alemanes. Ya hemos dicho, a él había que llevarle, que no tenía carnet de conducir.

Cartel estadounidense que, durante la 2ª Guerra Mundial, animaba al uso de coche compartido (Wikipedia)

Fuentes

  • El vehículo del artículo se expone dentro de la exposición temporal “En movimiento. Vehículos y carruajes de Patrimonio Nacional”, que puede visitarse hasta junio de 2024. Más información sobre la exposición, horarios, precio de las entradas, etc. pulsando AQUÍ.
  • Motores en guerra. Susaeta. Josep Maria Data Duaso.
  • El franquismo año a año. Biblioteca el mundo. VV.AA.
  • Imagen de portada: el Mercedes 540 G4 en la Galería de las Colecciones Reales. Nieves Hernández.

CONTACTO

Puedes contactar con nosotros pulsando aquí: Contacta con nosotros

La Biblioteca de Pérgamo está creada por estudiantes y graduados de los grados de Geografía e Historia y de Historia del Arte de la UNED. Somos catorce personas las que componemos el proyecto; cada artículo es un reflejo de las inquietudes, intereses y opiniones de cada autor.