Enrique II Plantagenet e hijos: Auge y caída del Imperio angevino

¿Pero hubo realmente un Imperio angevino?

Martín Aurell, profesor de Historia Medieval en la Universidad de Poitiers y especialista en el estudio de la dinastía angevina y de las leyendas artúricas, plantea, en su libro “El Imperio Plantagenet 1154 – 1224”, la controversia entre quienes designan con la palabra “Imperio” el gobierno de los Plantagenet y quienes indican que no ven en los reinados de Enrique II y sus descendientes las condiciones y aspectos de los grandes imperios y señalan la debilidad y la vulnerabilidad de un imperio que no llegaría a durar más de 70 años.

Algunos autores, además, recalcan la heterogeneidad de los territorios que dominaban, algunos de los cuales, especialmente los continentales, solo tenían un débil nexo de vasallaje con los reyes angevinos. Aurell puntualiza que la palabra “imperio” utilizada por los cronistas definía más bien el “tipo de gobierno” y no el territorio gobernado y cita textualmente un escrito de Ricardo Fitz Nigel, tesorero del monarca y obispo de Londres en el que utiliza el vocablo “imperium”.

Enrique II, hijo de Matilde de Inglaterra, viuda del Emperador Enrique V y del conde Godofredo de Anjou, llega al trono de Inglaterra en el año 1154, a la muerte del rey Esteban I. Además, por su matrimonio con Leonor de Aquitania, controlaba bajo su dominio Aquitania, Gascuña, Lemosín y Poitou y la muerte de su padre le había otorgado el control de Anjou, Maine y Normandía, por lo que los territorios continentales que dominaba eran muy amplios.

A su muerte, en 1189, hereda el trono su hijo Ricardo Corazón de León, al que a regañadientes y en clara inferioridad de condiciones en el enfrentamiento, Enrique tuvo que reconocer como heredero único al trono.
Le sucede en 1199, su hermano Juan sin Tierra y tras este su hijo Enrique III, dos reinados plagados de dificultades y en los que se fueron perdiendo importantes territorios continentales.

En 1224, el Imperio Plantagenet ya no existe, si bien la dinastía Plantagenet seguiría en el trono de Inglaterra hasta la muerte de Ricardo III, al que sucedería el primer rey de la casa Tudor, otra de las dinastías que daría esplendor a la Inglaterra del siglo XVI.

Una corte en movimiento

Aurell, en su libro, a propósito de una carta de un oficial de la casa real, nos presenta a una corte que se mueve incesantemente según la voluntad del rey. Viajes que nacían de la necesidad de un contacto más directo del monarca con sus vasallos a fin de asentar y asegurar los pactos de fidelidad.

La corte, entendida como “centro de poder real”, de donde emanaban la justicia, las leyes y las decisiones. La corte como “tribunal de justicia, palacio y séquito”, es decir, los actores que intervenían en las decisiones y rodeaban al rey y la corte como estructura material y como lugar en donde residía la familia real, imponentes castillos, mitad palacios mitad fortalezas, que hablan de reyes guerreros.

De entre los cortesanos que rodeaban al rey, destacaban los componentes de la “curia regis”, que le asesoraban en la toma de decisiones y en el gobierno del reino. Esto le permitía además distanciarse de los errores cometidos y culpar a su Consejo.

Detalle de vidriera de la Catedral de Poitiers (fuente)

Lo cortés no quita no valiente

Es importante señalar el impulso cultural de la corte angevina, que reunió a importantes figuras de la cultura y vivió un renacimiento de la erudición; y fundamental también aludir a la nueva manera de comportarse por parte de los grandes señores guerreros. “Lo cortés” entra en la sociedad inglesa del siglo XII; según algunos autores, utilizado por el rey y la Iglesia para apaciguar la violencia de los señores feudales y la alta aristocracia guerrera. “Lo cortés” pone el acento en las cualidades caballerescas de protección al desvalido y da un importante protagonismo a la mujer como ideal del “amor cortés”.

Los reyes Plantagenet logran hacer llegar un mensaje positivo acerca de su autoridad para mostrar una “imagen favorable” de sí mismos a fin de “promover la legitimidad de la casa de Anjou”. Se recurre a la epigrafía, la iconografía, los textos y en especial, los cantos y poemas laudatorios y lisonjeros cantados por juglares traídos de Francia a quienes, incluso, se les premió con importantes concesiones de tierras.

Enrique II y sus descendientes concedían una gran importancia a los homenajes por parte de los señores feudales de los territorios continentales de los que eran señores, pues afirmaban su poder ante el rey de Francia, con quien tenían, obviamente, relaciones de vasallaje.

¿Es que nadie va a librarme de este fastidioso clérigo?

Marcan el reinado de Enrique II dos hechos importantes, la lucha por la abolición de privilegios a la Iglesia en la que tuvo que enfrentarse a su canciller, Thomas Becket, arzobispo de Canterbury y la rebelión de sus hijos, ávidos por disponer cuanto antes de los territorios que heredarían. Una familia en continuas disputas que se dirimen la mayoría de las veces de manera violenta.

El asesinato del arzobispo Thomas Becket en el suelo sagrado de la catedral de Canterbury, propiciado por el rey, deja profundamente minada la autoridad de Enrique II.

Nombrado Canciller, se gana la confianza del rey hasta el punto de que Enrique el Joven, hijo primogénito del monarca es puesto bajo la tutela de Becket. Propiciado por el rey, en 1162 recibe el cargo de arzobispo de Canterbury. Dimitiría de su cargo en la Cancillería real a pesar del deseo del rey y rechazaría apoyar las Constituciones de Clarendon, que coartaban de manera importante la libertad eclesiástica en favor del monarca de Inglaterra.

Tras el exilio en Francia a causa de la persecución real, en diciembre de 1170, Becket vuelve a Inglaterra como legado pontificio sin que el desencuentro con Enrique II haya sido solucionado. El asesinato de Thomas Becket influyó de manera muy negativa en el reinado de Enrique II y hay una extensa colección de documentación escrita de la época con relación a este tema, en apoyo a uno y otro.

M. Aurell destaca el importante debate y la polémica surgidos entre los historiadores británicos con respecto a la disputa entre el rey y el arzobispo y pone como ejemplo la biografía de Enrique II escrita por el profesor W. L. Warren en la que tilda a Becket de “rígido, estrecho y simplista”.

Primus inter pares. El ocaso del imperio Plantagenet

La firma obligada por parte de Juan sin Tierra de la Carta Magna que reducía visiblemente el poder del rey no es un hecho aislado fruto de la impopularidad del rey para con sus vasallos y de la dificultad de mantener a la aristocracia bajo la autoridad absolutista del monarca, sino que forma parte de una evolución de las relaciones del rey con sus súbditos en los diferentes reinos europeos. Uno de los temas incluidos en la Carta Magna es la “libertas ecclesiae” y la imposición de la autoridad eclesial para los nombramientos en el seno de la Iglesia.

En “El Imperio Plantagenet 1154 – 1224”, Martin Aurell consigue recrear 70 años de reinado de una dinastía sobre la que se han vertido ríos de tinta, la mayoría de las veces con poco o ningún rigor histórico. Excelentemente documentado, el autor nos adentra en los entresijos de la corte angevina y nos presenta a Enrique II y sus hijos que, con sus grandezas y sus debilidades, fueron algunos de los monarcas más importantes del siglo XII e inicios del siglo XIII e influyeron de manera notable en los futuros reyes de Inglaterra.

Importante también el análisis que realiza de las complicadas relaciones de vasallaje entre los monarcas Plantagenet y los señores de los territorios adheridos a la corona inglesa y a su vez entre los reyes angevinos y el rey de Francia.
También muy interesante la explicación del autor de la utilización de los mitos artúricos por Ricardo Corazón de León para, como indica Aurell, asegurar a la dinastía angevina “una identidad específicamente inglesa”.

Y un pequeño apunte más…

Muchas son las películas que se han centrado en las figuras de la dinastía Plantagenet. Una de mis preferidas es “Becket” dirigida por Peter Glenville en 1964 y protagonizada por Peter O`Toole en el papel de Enrique II y Richard Burton como Thomas Becket. Adaptación de la obra de teatro del dramaturgo francés Jean Anouilh, “Becket ou l`honneur de Dieu”

Referencias

  • Imagen de cabecera: Leonor de Aquitania e Isabel de Angulema en la capilla de Santa Radegunda, Chinon (Francia).
  • Aurell M. El Imperio Plantagenet 1054-1224. Madrid: Sílex; 2012
  • Donado Vera J, Echevarría Arsuaga A. Historia Medieval I (Siglos V-XII). Madrid: Ed. Ramón Areces; 2014.
  • Maurois A. Historia de Inglaterra. Barcelona: Ariel; 2015
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