Españoles frente a franceses en Norteamérica: La Guerra de la Cuádruple Alianza
- Antonio Luis Gallardo
- 14 noviembre 2022
El siglo XVIII trajo muchos cambios en las relaciones entre las grandes potencias europeas que se trasladó también al continente americano en una escala creciente. Los combates y conquistas en América no eran novedosos. Comenzaron de hecho muy pronto, desde principios del siglo XVI con los primeros Austrias se cuestionó el dominio español y posteriormente se aprovechó su extensión y debilidad para hacerse con territorios. El cambio, que llegó a su cenit con la Guerra de los Siete Años (Guerra franco-india para los norteamericanos), fue el peso más importante, aunque no exclusivo, que tuvo Norteamérica, que hasta entonces había tenido una importancia marginal con respecto a otras zonas como el Caribe.
En un momento en el que las tesis mercantilistas se imponían, potencias como Gran Bretaña o Francia buscaban expandir o definir su espacio territorial, lo que le llevaría al enfrentamiento en el continente que acabaría siendo definitivo, con la expulsión de los franceses por el Tratado de París de 1763. Pero estas dos naciones no eran las únicas en Norteamérica, también estaba España y por ello fue también un actor importante en los conflictos coloniales norteamericanos de ese siglo.
La Guerra de la Cuádruple Alianza y el enfrentamiento en Norteamérica
El detonante de un nuevo enfrentamiento fue la Guerra de la Cuádruple Alianza. El primer gran enfrentamiento europeo tras el Tratado de Utrecht tuvo como origen el intento español de recuperar las posesiones en Italia. España, tras recobrar Cerdeña al Sacro Imperio (1717) lo intentó con Sicilia, que estaba en ese momento en manos saboyanas (1718), lo que desencadenó no solo la reacción de sus enemigos de la Guerra de Sucesión (Sacro Imperio, Gran Bretaña, Provincias Unidas y Saboya) sino también de la que había sido su aliada, Francia.
En Europa los teatros de operación fueron múltiples. Además de Italia, España auspició una rebelión jacobita en Escocia (1719) e incluso intentó desembarcar en Bretaña. Como respuesta, Gran Bretaña invadió Galicia (tomó Vigo, Marín y Pontevedra), mientras Francia atacaba a España por el País Vasco y Cataluña, donde aún operaba una guerrilla austracista.
Francia precisamente fue la que decidió aprovechar la oportunidad para aumentar sus dominios norteamericanos. Fue un enemigo inesperado por los españoles. Las posesiones españolas en la zona, Florida y el norte de Nueva España, escasamente pobladas y con pocos recursos, eran vitales para evitar que otras potencias dominaran el norte del Golfo de México y con ello hicieran peligrar el control del Caribe, vital para la defensa y el comercio del Virreinato. En la Guerra de Sucesión fueron los británicos quienes asolaron Florida. Los llamados “carolinos”, por proceder de la colonia de Carolina del Sur, junto a indios creek y yamasi, estuvieron cerca de destruir toda Florida. Esto llevó a que los españoles prepararan su contraataque, a pesar de la estar en paz con los británicos. Para mejorar la defensa reforzaron el fuerte de San Marcos de Apalache, entre Pensacola y San Agustín, punto de defensa que se mantuvo hasta que Florida fue entregada a Estados Unidos en el siglo XIX. Pero también en La Habana iniciaron los preparativos para una expedición con el objetivo de atacar Charleston, en Carolina del Sur. La propia colonia norteamericana no estaba en su mejor momento, ya que los que fueron sus aliados antes, los indios yamasi, se habían revelado y atacado buena parte del interior de la colonia.
Los ataques franceses: de Pensacola a Texas
Por ello, fue Francia la que aprovechó la ocasión. Desde finales del siglo XVII exploradores provenientes de Nueva Francia, la Canadá francesa, buscaron reafirmar el dominio comercial y político del valle del Misisipi. Precisamente el punto más débil de esta zona era el más importante, el sur, la desembocadura del río y salida al mar, encajonado entre territorios españoles. En 1718 fundaron la que acabó siendo su principal ciudad, Nueva Orleans, y rápidamente, aprovechando la guerra en Europa, en mayo de 1719, buscaron ampliar su dominio en la costa atacando y conquistando a los españoles en Pensacola. La ciudad, débilmente defendida con un fuerte de madera, fue presa fácil. Los españoles ni conocían que estaban en guerra ni habían recibido una declaración previa. El puesto más occidental de Florida se convirtió en el principal teatro de operaciones en este conflicto en América. Los españoles la reconquistaron en agosto de ese mismo año, aprovechando las tropas que estaban preparadas para atacar Charleston, y los franceses la retomaron en septiembre tras recibir refuerzos de Santo Domingo, manteniéndose allí hasta que en 1722 fueron informados que el tratado de paz que daba por finalizada la Guerra de la Cuádruple Alianza, obligaba a devolver Pensacola a manos españolas.
Pero el oeste del Misisipi no fue el único escenario de combates. El este fue también objetivo de los franceses que querían apoderarse de Nuevo México, que creían rico en plata, y Texas hasta el río Grande. Desde Nueva España se había intentado fomentar asentamientos en una zona inhóspita con muy poco éxito, especialmente tras la revuelta pueblo de 1680-81, siendo la posición más débil al ser la más alejada de las principales ciudades novohispanas. Con todo ello cualquier esfuerzo francés, aunque fuera muy reducido, tenía todos los visos de ser exitoso, y así fue. Siete franceses provenientes de Natchitoches asolaron sin problemas la misión de San Miguel de los Adaes, defendida por solo un soldado. Así, ante la perspectiva de que una fuerza mayor arrasara la zona, los misioneros, colonos y 25 soldados que defendían la zona abandonaron las seis misiones y dos presidios del este de Texas.
Ante este avance el propio Felipe V buscó una dura respuesta. Encargó al marqués de San Miguel de Aguayo que prepara un ejército, consiguiendo lo que era una fuerza importante para los estándares de la zona, unos 500 soldados bien pertrechados. Su objetivo no era solo retomar el terreno perdido, sino que actuando de forma conjunta con una flota que se estaba armando en el Caribe, atacaran la Luisiana y expulsaran a los franceses. Cuando estaba todo preparado la operación se paralizó. Se había firmado la paz en Europa y Felipe V no quiso incomodar a los franceses. A pesar de ello, Aguayo avanzó y se encontró con una fuerza francesa que tenía como objetivo conquistar San Antonio. Ante la superioridad española, los franceses no solo se renunciaron a su plan de ataque sino que se retiraron de todo el este de Texas. Aguayo avanzó más, y a pesar de las protestas galas fundó el fuerte de Nuestra Señora del Pilar de los Adaes, a solo 20 kilómetros de Natchitoches, en la que dejó una importante guarnición de 100 hombres y seis cañones. Este presidio fue el principal asentamiento español en la zona que se mantuvo hasta que perdió su utilidad cuando la Luisiana pasó a manos españolas, siendo abandonado en 1773.
La expedición de Villasur
La situación en Nuevo México era parecida, pero tuvo un final diferente y más catastrófico. Era una frontera más indómita, en la que actuaban una fuerza militar defensiva, los dragones de cuera. Esta era una caballería móvil, indispensable para cubrir las enormes distancias de la zona, cuyo nombre provenía de los abrigos de cuero que vestían como protección de las flechas de los indios, principalmente apaches. Fueron estos los que precisamente informaron a los españoles de la presencia de franceses en las grandes llanuras.
Este hecho alarmó a los españoles que ya conocían tanto la pérdida de Pensacola como del este de Texas. Ante esta situación, el gobernador Valverde decidió construir un nuevo presidio, el Cuartelejo, junto a un asentamiento Apache en la actual Kansas y en el verano de 1720 organizó una expedición para conocer de primera mano el avance francés. Comandada por Pedro de Villasur, su objetivo era tanto confirmar la presencia de franceses en la zona como entablar una alianza con los indios que allí se asentaban. Partió de Santa Fe en junio de 1720 y tras atravesar territorios hoy pertenecientes a los actuales estados de Colorado y Kansas, llegaron en agosto a las grandes llanuras, al río Platte, en la actual Nebraska, tierras desconocidas para los españoles.
Allí entraron en contacto con los indios pawnees, aliados franceses. Tras un primer contacto no muy amigable, Villasur tomó la mala decisión de acampar en un prado cercano al río Loup, rodeado de hierba muy alta y sin protección, dejó además de guardia a unos muy cansados indios auxiliares pueblo, era el 13 de agosto de 1720. Al amanecer del 14 de agosto, los pawnees, junto a algunos franceses, ocultos tras la maleza atacaron el campamento español, imponiendo su superioridad numérica. Entre 32 y 35 españoles, según las fuentes, incluido Pedro de Villasur, murieron junto con 11 de sus auxiliares indios pueblo que los acompañaban. Solo sobrevivieron 7 españoles y 45 indios pueblo, que no fueron perseguidos por las importantes pérdidas que también habían sufrido pawnees y franceses. Los supervivientes llegaron a Santa Fe el 6 de septiembre. La noticia del desastre de Villasur causó conmoción. Se habían perdido buena parte de una guarnición de tan solo 150 para todo Nuevo México.
Epílogo: Un fracaso que hizo más frágil la frontera para España
Tras el desastre de Villasur los españoles no estaban en posición de emprender ninguna acción ofensiva en la zona a pesar de que las noticias de movimientos franceses en las planicies eran cada vez mayores. Es cierto que España no perdió territorios en América con la paz que cerró la Guerra de la Cuádruple Alianza e incluso reforzó su posición militar en Texas, pero tampoco ni expulsó a los ingleses de las Carolinas (años más tarde fundarían la colonia de Georgia tomando territorios que eran españoles y entablarían nuevos ataques a Florida), ni a los franceses de Luisiana, algo que muy presumiblemente hubiera conseguido el marqués de San Miguel de Aguayo si Felipe V no hubiera impedido que actuara.
Es más, británicos y franceses fortalecieron sus bases desde las que atacaron en los años siguientes al sistema colonial español y expandieron sus territorios, ya sea directamente o a través de aliados indios, a los que cada vez atraían más contra los españoles, algo que presumiblemente hubiera sido al menos paliado si Villasur hubiera tenido éxito.
Como curiosidad, conocemos muchos detalles de la expedición de Villasur y de su ruta porque los indios pawnees no solo encontraron su diario sino que lo custodiaron hasta que fue publicado dos siglos después en 1921.
Fuentes
- Carroll, Lawrence, The Triangular Struggle For Spanish Pensacola, 1689-1739, Washington D.C., The Catholic University of America, 1939.
- López Jiménez, Jose Enrique, “La expedición a Nebraska de Pedro Villasur”, en Ejército de Tierra Español, número 836, diciembre de 2010, 106-110.
- Weber, David J., La frontera española en América del Norte, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 2000.
- Imagen de cabecera: Villasur y los soldados españoles, en el centro, rodeados y atacados por los indios pawnee. Pintado sobre cuero (1720-1725). Palacio de los Gobernadores de Nuevo México. Wikimedia Commons.
Antonio Luis Gallardo
Licenciado en Administración y Dirección de Empresas, graduado en Geografía e Historia y diploma en Estudios Coreanos por la Universidad Complutense de Madrid. Lo que más le gusta es la Historia Moderna en particular y la Historia Social, el desarrollo de las ideologías y la historiografía en general. Le encantan los libros y viajar en familia.