El atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944
- Román Rivera
- 8 agosto 2024
Si Dios alguna vez prometió a Abraham que no destruiría a Sodoma, incluso si solo tuviera diez justos en él, espero que Dios no destruya Alemania por nuestro bien. […] El valor moral de una persona comienza cuando está dispuesta a dar su vida por su convicción. (Henning Von Tresckow, artífice de varios atentados contra Hitler, se suicidó el 21 de julio de 1944).
En julio de 1944 se produjo el intento de asesinato de Adolf Hitler, que a punto estuvo de costar la vida del que es considerado la imagen del mal elevado a la máxima expresión. Este año se han cumplido 80 años de un acto que, de haber tenido éxito, podría haber cambiado el mundo tal y como lo conocemos hoy en día.
En julio de 1944 la situación de Alemania en todos los frentes de combate empezaba a ser desesperada. Se luchaba en Italia, donde los alemanes se retiraban poco a poco ante el empuje aliado, se luchaba en Normandía, con el frente alemán a punto de caer por la presión anglo-americana y los rusos, en junio de 1944 lanzaron la Operación Bagration que rompió el frente alemán, llegando los soviéticos a las fronteras de Polonia. A esto se sumaba que todo el territorio del Reich era bombardeado día y noche sin que la Luftwaffe alemana pudiera hacer nada para impedirlo.
En ese momento, un grupo de militares alemanes, algunos de ellos ni siquiera estaban ya en activo, decidieron actuar, consideraron que sólo la muerte de Hitler e incluso de algunos de sus colaboradores, pensaron que la muerte del dictador era la única opción que tenía el país de sobrevivir a la hecatombe a la que Hitler les estaba conduciendo.
El más famoso de ellos fue Claus Von Stauffenberg cuyo busto podemos ver abriendo nuestro artículo. En aquel momento un coronel, veterano del frente ruso, donde se desengañó al ver la actuación brutal en dicho frente de cuerpos como las SS. Tras la derrota de Stalingrado, se convenció de que la guerra estaba perdida y pidió el traslado al frente africano. Allí, en Túnez, en 1943, sufrió unas terribles heridas que le provocaron la pérdida del ojo izquierdo, de una de sus manos y de dos dedos de la otra.
Pero su carrera militar continuó, pasando a desempeñar labores de Estado Mayor, con acceso directo a Hitler en ocasiones. Suya fue la idea de la denominada “Operación Valkiria”, un plan, en origen, diseñado para aplastar una posible revuelta en el interior de Alemania, pero que realmente transformó en una tapadera para, una vez eliminado Hitler tras un atentado, tomar el poder del Reich, eliminando de paso a los elementos que podrían ser más fieles al dictador.
Se decidió que la fecha del atentado fuera el 20 de julio de 1944. Ese día, Stauffenberg estaría conferenciando con Hitler en su cuartel general conocido como “La Guarida del Lobo”, en Prusia Oriental. Llevaría una cartera con dos bombas que el mismo activaría y saldría de la sala unos minutos antes de que se produjera la explosión.
Pero ese día, varias casualidades salvarían la vida de Hitler, como en otros atentados anteriores, lo que le había llevado a pensar que la “Providencia” estaba de su lado.
El 20 de julio de 1944 fue un día muy caluroso en la Guarida del Lobo, y se decidió celebrar la reunión en un pabellón exterior, en lugar de en el búnker interior bajo tierra. De haberse producido allí la onda expansiva hubiera sido mucho más destructiva, pero en la nueva ubicación pudo escapar por dichas ventanas abiertas para permitir la entrada de aire.
La hora de la reunión se adelantó media hora, pues Mussolini iba a encontrarse con Hitler poco después, lo que dio menos tiempo a Stauffenberg para actuar y, junto a su incapacidad provocada por sus heridas de guerra, le impidió activar las dos bombas, pudiendo hacerlo sólo con una.
La cartera de Stauffenberg estaba debajo de la mesa de mapas, donde Hitler se apoyaba para estudiar la situación del frente, a apenas dos metros, pero el coronel Brandt se inclinó sobre la mesa para ver mejor el mapa, pero la abultada carpeta le estorbaba, así que la cogió del asa y la apoyó en el lado exterior del soporte de la mesa, de madera maciza, que ahora se interponía entre la bomba y Hitler. Esto salvó la vida de Hitler y le costó la suya a Brandt.
Con todo, la explosión fue brutal, provocó varios muertos, pero Hitler sólo sufrió heridas leves, el pelo chamuscado, un tímpano perforado y un temblor en su brazo izquierdo que ya no le abandonaría hasta su muerte.
Stauffenberg vio la explosión mientras salía del complejo militar rumbo a Berlín y estaba convencido de que nadie podría haber salido con vida de aquella habitación. Creía que Hitler estaba muerto. Sólo lamentaba que Goering y Himmler no hubieran estado en la misma habitación.
Una vez en Berlín inició los pasos largamente planeados para tomar el poder en toda Alemania. Era un golpe de Estado en toda regla que debía eliminar a las principales dirigentes nazis, organizar un nuevo gobierno y llegar a un acuerdo, inicialmente, con los aliados, que permitieran mantener la lucha contra los rusos, los cuales no estarían por la labor de parar ahora una guerra que tanto esfuerzo les había costado y parecían a punto de ganar.
Pero en Berlín estaba Gobbels, el ministro de Propaganda de Hitler, un nazi furibundo, fiel a Hitler hasta la médula, que pronto detectó que algo estaba pasando y fue de los primeros en saber que Hitler seguía vivo y que estaba en marcha una conspiración para eliminar a los nazis del poder.
Los golpistas no fueron lo bastante tenaces como para actuar de manera más decidida, y los escrúpulos les vencieron, considerando que con la muerte de Hitler era suficiente. No emplearon la violencia para tomar el poder en la capital del Reich y pronto todo su movimiento fue desarticulado.
Stauffenberg y algunos de sus colaboradores fueron detenidos y fusilados aquella misma noche como “traidores a la patria”. El propio Hitler, en su alocución por radio dijo que habían sido sólo “una pequeña camarilla”, pero desde aquel momento la represión contra todo aquel que hubiera tenido el más mínimo contacto con los conspiradores fue brutal.
Previo a las ejecuciones, se celebraron juicios donde se quitó toda dignidad a los acusados, después de haber sido brutalmente torturados para obtener confesiones. Fueron unos juicios – farsa, donde el mal llamado juez Roland Freisler actuaba de juez, fiscal y jurado y donde prohibía a los acusados incluso usar cinturones para humillar a los acusados cuando se les caían los pantalones. La justicia para este auténtico criminal de guerra vino del cielo, pues, en un bombardeo sobre Berlín, su juzgado fue alcanzado y él no sobrevivió a la explosión.
Incluso se prohibió el típico saludo militar, sustituido por el saludo nazi, y el “Heil Hitler” de rigor.
Figuras como el Mariscal Rommel, relacionado con los conspiradores, pero convaleciente de heridas de guerra muy graves, tuvo que elegir entre el suicidio y un entierro con honores como héroe de guerra o pasar por la “justicia” nazi, tanto él como su familia. Optó por lo primero.
El fracaso de “Valkiria” supuso que el III Reich combatió unos meses más, hasta mayo de 1945, cuando prácticamente toda Alemania fue ocupada por los aliados y dividida en 4 zonas de ocupación. La destrucción del país fue completa.
Ya en 1944 se sabía que era una guerra que no se podía ganar, aunque su ejército aún era poderoso, el de sus enemigos, prácticamente medio mundo, lo era aún más. De haber triunfado, los conspiradores apenas hubieran podido negociar una rendición incondicional, pero se hubieran ahorrado millones de vidas, sobre todo civiles y Alemania habría sido ocupada igualmente, casi con toda seguridad, pero sin la lucha desesperada que caracterizó los últimos meses de guerra en Europa.
El intento de asesinato de Hitler fue un rayo de esperanza en mitad de las horas más oscuras de la historia de Alemania.
Bibliografía
- “Objetivo: Cazar al Lobo”. Gabriel Glasman. Editorial Nowtilus
- Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial. Tomo III. William L. Shirer.
- Película “Valkiria” 2008. Tom Cruise, Kenneth Branagh. Dir. Bryan Singer. Distribuida por Metro- Goldwyn Mayer.
Román Rivera
Aficionado a la historia desde niño, apasionado por las guerras mundiales y por el desarrollo de las armas a lo largo de los siglos. Estudia Historia porque siempre ha creído que la respuesta a los problemas del presente puede estar en el pasado y porque ninguna otra Ciencia puede explicarnos de manera tan clara por qué somos como somos.