¿Arte? ¿Vandalismo? ¿Mitad y mitad?

Domingo García es un pequeño pueblo de la provincia de Segovia, de unos treinta habitantes. Zona de labranza, como mucha parte de Castilla y León, pero con un atractivo de primer orden: Dentro de su término municipal existen unos grabados paleolíticos (arte rupestre) de finales del Solutrense a principios del Magdaleniense (20.000-13.000 a.C.), así como otros posteriores que se datan en la Edad Media.

Panel informativo (foto de la autora)

Hablamos de un conjunto al aire libre, repleto de representaciones animales y antropomórficas, caballeros con sus armaduras en plena batalla… grabados sobre roca, unos con incisión y otros piqueteados, como el maravilloso caballo que, a quien más y a quién menos (a mí sin ir más lejos) le ha caído en algún examen de prehistoria en la UNED.

Caballo Piqueteado (foto de la autora)

La representación del caballo es magnífica, con todo lujo de detalle, picada en roca de granito y pizarra, posiblemente con percutor duro de piedra. La silueta está claramente definida, sin género de duda, respecto al motivo de la representación. Hay más figuras nítidas (no muchas) y otras más difusas, incluso hay bastantes se superponen a otras, con lo que el ejercicio de visualización y reconocimiento es más arduo.

La época de realización de nuestro caballo es de las más antiguas (Paleolítico superior), cronología que puede ser comparada a obras similares en otras zonas de la Península, como serían las de Vila Nova de Foz Côa en Portugal o Siega Verde en Salamanca, donde también se han hallado representaciones de arte rupestre con las características casi idénticas a las del yacimiento de Domingo García, en cuanto a técnicas de ejecución. Al tratarse de un conjunto descontextualizado (no existen o no se han hallado más restos que puedan indicarnos la autoría, forma de vida…) es bastante complicado hacer una datación más precisa.

Y es en éste punto donde quiero retomar la clave de este artículo que no es “exactamente” la técnica de ejecución o de cuándo se hizo, o de quién lo hizo (¿Os imagináis? Nombre, tribu, sexo… Ufff!!!). La clave es “al aire libre” y cuando digo aire y digo libre es, exactamente, lo que estoy indicando.

Vista desde el yacimiento (foto de la autora)

Se trata de una estación rupestre, en lo alto del Cerro de San Isidro (y sí, corre el aire que da gusto) y lo de libre es porque carece de cualquier tipo de control de acceso. Hay una pequeña garita, como punto de información, con empleados (de gran amabilidad) durante ocho horas diurnas en la época de mayor afluencia de visitantes como es en verano. El resto del tiempo… reitero lo de acceso totalmente libre, por los cuatro costados. Y recalco que estamos ante un conjunto en el que las representaciones más antiguas se realizaron hace la friolera (en invierno lo de friolera no es metáfora) de unos veinte mil años y que lo que no ha conseguido el paso del tiempo, con sus inclemencias y clima extremo, lo está consiguiendo el vandalismo y la mala educación.

Luisa ¡te queremos! (foto de la autora)

 Es posible que el autor de las pintadas, de época muy reciente, a lo sumo unos cincuenta/sesenta años, piense que tiene tanto derecho (o más) a plasmar su huella (y su mano entera, para que el resto de la eternidad tenga constancia de su manifestación amorosa) que el “peludo” que picoteó un caballo que, a poco que le apures, parece un burro panzón (😉).

La estación no es solo una manifestación de arte rupestre, también hay grabados posteriores, más cercanos a nuestra época, de caballeros armados, batallas, antropomorfos no fácilmente ubicables en el tiempo… lo que nos da una idea de la utilización masiva de esas rocas como lienzo histórico, superponiéndose las figuras posteriores a las anteriores (¿Vandalismo en la Edad Media?) y ahí es donde lanzo la pregunta: ¿Es histórico que se “machaquen” dichos grabados con cualquier cosa que se nos pase por la cabeza? ¿Todos tenemos derecho a dejar “nuestra huella”? Lo que hoy se puede considerar vandalismo y ataque de un arte primitivo, dentro de unos ¿tres mil? años lo pueden ver como una superposición más porque ese “XXX quiere a XXX” es lo más de lo más en amor del siglo XX.

Y aquí me mojo y doy mi opinión: No, no me parece ni bien ni lícito ni nada que se le parezca, me parece auténtico vandalismo, falta absoluta de respeto, egocentrismo elevado a la máxima potencia. He de romper una lanza a favor de las autoridades que están haciendo un gran esfuerzo de concienciación en el visitante, indicándole (¿de verdad es necesario decirle a la gente que sea civilizada y no destroce?) que se abstenga de dañar un patrimonio cultural de tal riqueza y magnitud. Y lo deben de estar haciendo bien, porque no ha habido más “pintadas” o “machaques” en época reciente, pero no podemos dejar de temblar al pensar que al estar al aire libre es susceptible de que cualquier descerebrado pueda llegar a destrozarlo, privándonos de tan extraordinarias representaciones, tal y como está pasando en otras zonas. Sé que es literalmente imposible cercar la zona, pero lo verdaderamente triste es que tan siquiera hubiera que plantearlo para asegurar la protección.

Garita de información más cartel de “ya os vale” (foto de la autora)

Entiendo que la clave es el respeto, para este lugar, para las fachadas de los edificios, para los bancos de los parques, para todo lo que no sea de tu propiedad. En tu casa y con tus cosas, haz lo que quieras, con lo común (igual es eso, que como es común…. no es de nadie y es de todos) y lo de les demás… mantén tus ansias de protagonismo alejadas…aunque supongo que esa es otra historia

BIBLIOGRAFÍA

  • Menéndez Fernández, M. et al: Prehistoria Antigua de la Península Ibérica (2012). Madrid. UNED
  • Ripoll López, S. et al: Prehistoria I. Las primeras etapas de la Humanidad (2014).Madrid. UNED
  • Ripoll Pérez, S.; Pecci Tenero, H. El arte rupestre postpaleolítico del conjunto de Domingo García (Segovia) . Espacio, Tiempo y Forma. Serie I. Nueva época.
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