El paisaje megalítico de Évora

Entre lo sorprendente y lo mágico.

Évora es la capital del Alentejo (além do Tejo, “más allá del Tajo”), región del sur de Portugal, limítrofe con las provincias españolas de Cáceres, Badajoz y Huelva. Es una de las regiones europeas con mayor densidad de monumentos megalíticos y posee la mayor concentración y diversidad de ellos de toda la Península, varios centenares. Sólo en los alrededores de la ciudad de Évora se han contabilizado más de 150 monumentos.

Menhires, dólmenes y cromlechs, conforman el paisaje alentejano. La lista de éstos fue sistematizada, a mediados del siglo XX por los arqueólogos Georg y Vera Leisne.

¿Qué son los Megalitos?

Son monumentos o construcciones a base de grandes bloques de piedra de toneladas de peso. Son los primeros monumentos que construye el hombre. El nombre de megalito proviene del griego, significa “gran piedra”.

El Megalitismo se asocia con las primeras comunidades de agricultores y ganaderos. Se desarrolló en Europa a mitad del Neolítico, unos 5.000-4.500 a.C., y durante todo el Calcolítico, llegando incluso hasta el Bronce, aproximadamente 1.200 a.C.

Los monumentos megalíticos constituyen quizá la herencia más impactante de las comunidades prehistóricas de Europa occidental. Debido a su carácter enigmático y a su colosalismo, a lo largo del tiempo en el imaginario popular ha sido asociado con acontecimientos y seres humanos sobrenaturales o legendarios.

Anta Grande do Zambujeiro. Foto del autor.

Un impresionante lugar de enterramiento.

A pocos kilómetros de la ciudad de Évora, al suroeste, nos encontramos con la Anta Grande do Zambujeiro, es un espectacular dolmen, el más grande de Portugal, un monumento funerario colectivo. Tiene un largo corredor de acceso de 12 metros que lleva a la cámara funeraria. Los ortostatos o piedras verticales de las paredes miden más de 6 m. de altura, lo que le convierten en el dolmen más alto del mundo.

Datado en torno al año 4.000 a.C., en él se han hallado numerosos objetos, actualmente expuestos en el Museo de Évora. Entre ellos los algunos ídolos-placa alentejanos que aparecen frecuentemente en los ajuares funerarios de los megalitos del Neolítico y Calcolítico en el Alentejo y Extremadura.

La creencia en una vida después de la muerte, los ritos funerarios, junto con la cultura material, para rendir culto a los difuntos, son elementos prácticamente universales de la conducta humana. Los monumentos, como parte de esa cultura material son la representación más palpable de la ideología funeraria.

Anta Grande do Zambujeiro. Detalle del interior de la cámara funeraria. Foto del autor

Un paraje extraordinario, mágico. Con muchos interrogantes.

Cartel informativo zona arqueológica. Evora.

Más al norte, junto a la aldea de Nossa Senhora de Guadalupe, nos encontramos el complejo megalítico de dos Almendres. En un bello paisaje rodeado de alcornocales se encuentra el más impresionante de los monumentos, el mayor crómlech de la Península Ibérica: Cromeleque dos Almendres. Además, es el mayor monumento megalítico de la Península Ibérica y uno de los más antiguos del mundo, fue construido hace cerca de 7.000 años.

Se trata de un conjunto espectacular de 95 menhires que forman un doble recinto elíptico construido a lo largo de tres momentos históricos diferentes durante el Neolítico. Datado por radiocarbono su primera fase se sitúa en 4.800 a. C. Uno de los detalles más sorprendentes es que no fue descubierto hasta 1964, cuando se confeccionaba un mapa geológico de la zona.

Cromeleque dos Almendres. Foto del autor.

Su contemplación es impresionante, un lugar extraordinario. Algunos de los monolitos están grabados con enigmáticos símbolos que hacen aún más misteriosa la función y significado real que tuvieron para sus creadores.

Situado a algo más de un kilómetro se encuentra el Menhir dos Almendres, un menhir aislado en medio del campo, de casi cuatro metros de altura y unas doce toneladas de peso, ambos monumentos, menhir y crómlech, se posicionan alineados hacia la salida del sol durante el solsticio de verano, la conexión entre ellos así como su funcionalidad son desconocidas.

Hay muchas teorías sobre el significado y la utilización del lugar. Pudiera tratarse de un lugar de culto, un santuario vinculado con la religión o relacionado con los ciclos estacionales naturales, algo muy importante en la comunidades agrícolas y ganaderas del Neolítico. Se ha relacionado también con la astronomía, podría haber sido un observatorio celeste.

Aunque no es un lugar de enterramiento, se desconoce si tenía algún sentido funerario o de culto a los antepasados. También se plantea la posibilidad de que tuviera funciones de delimitación de territorios.

Lo que sí es seguro, es que fueron lugares de profunda significación ideológica, religiosa y política para estas sociedades neolíticas, y que para su construcción fueron necesarios unos determinados conocimientos técnicos, además de necesitar el trabajo coordinado de cientos de personas, y una importante organización social.

Menhir dos Almendres. Foto del autor.

Sin duda alguna, es un lugar extraordinariamente mágico, no sólo por el entorno que lo envuelve y el paisaje privilegiado que domina. Presenciamos un escenario donde en este preciso momento están ocurriendo fenómenos para nosotros inapreciables, cotidianos, o sin importancia, pero que probablemente condicionaron la vida espiritual de aquellos hombres de hace miles de años, fenómenos “mágicos” relacionados con el movimiento de las estrellas, los ciclos lunares, o los amaneceres y ocasos del sol.

Los anta-capela. Los sorprendentes dólmenes cristianizados.

La zona aún guarda más sorpresas.

Uno de los fenómenos más sorprendentes respecto a la reutilización de monumentos megalíticos, es la transformación de dólmenes en templos cristianos.

La Iglesia católica, ha asimilado algunos dólmenes y les ha atribuido apariciones de santos y hechos milagrosos. En estos casos los dólmenes fueron bendecidos y convertidos en pequeñas capillas, son los anta-capela.

Unos kilómetros más al sur, en la localidad de São Brissos, se encuentra uno de estos dólmenes cristianizados el Anta-Capela de São Brissos, fue transformado en el siglo XVII en pequeña capilla, lugar de culto, donde hasta hace poco se celebraban romerías. Tiene los muros pintados en blanco y el zócalo en azul, igualando el colorido de las típicas casas alentejanas.

Anta-Capela de São Brissos. Foto del autor.

Las “etapas de la vida” de los megalitos y su uso en el tiempo.

Los megalitos a lo largo de sus miles de años de existencia han pasado por tres etapas. La primera se correspondería con su construcción y uso original. En una segunda etapa serían reutilizados por comunidades que no los construyeron. La tercera y última etapa sería su abandono y su arraigo en las leyendas y el folclore popular.

Mientras que las dos primeras etapas se situarían hace miles de años durante el Neolítico y Calcolítico, la tercera se situaría más próxima a nosotros.

Contemporáneamente también han tenido otros muchos usos, aunque menos transcendentes. Muchos megalitos han sido tradicionalmente utilizados para guardar ganado, como abrigo de pastores y campesinos, o para usos domésticos y almacenes. Otros han sido destruidos para reutilizar las piedras en otras construcciones, una práctica común a lo largo de la historia con todo tipo de monumentos.

Los dólmenes fueron también refugio de los llamados “malteses”, una especie de mendigos que vagaban por los montes y las aldeas alentejanas, viviendo del trabajo temporal en el campo y de la mendicidad.

La lista de monumentos megalíticos alentejanos es inmensa, pero algunos no pueden quedar sin al menos ser citados.

Menhir de Meada. Con sus 7 m. de altura y un diámetro máximo de 1,25 m. es el menhir más alto de la Península Ibérica. Se encuentra en el municipio de Castelo de Vide y pesa unas veinte toneladas.

Cromeleque de Xerez. Es un crómlech compuesto por unos 50 menhires, cercano al río Guadiana. La construcción del embalse de Alqueva obligó a su traslado, instalándose en su lugar actual en el año 2004. Se encuentra en Aldea de Telheiro. Reguengos de Monsaraz

Anta de Melriça. Monumento Nacional de Portugal desde 1910. Tiene una cámara poligonal de unos 4 m. de diámetro. Conserva la cubierta en perfecto estado, pero no existen restos de corredor. Está situado en el municipio de Castelo de Vide.

Anta Capela de São Dinis. Un espléndido ejemplo de dolmen cristianizado. Situado en la localidad de Pavía, a unos 50 km. al norte de Évora. Transformado en capilla en el siglo XVII.

Fuentes

  • Fotografía de cabecera: Cromeleque dos Almendres. Foto del autor
  • Calado, Manuel y Rocha Leonor, Megalitismo en Évora: musealizar e interpretar. Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, núm. 67, pp. 124-129. 2008.
  • Oliveira, Catarina. Hacia una etnología del megalitismo. Usos y memorias de los sitios megalíticos en las poblaciones rurales del sur de Portugal. Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, núm. 67, pp. 95-107. 2008.
  • Holtorf, C. J. The life-histories of megaliths in Mecklenburg-Vorpommern (Germany). The Past in the Past. The Reuse of Ancient Monuments. World Archaeology, 30. Routledge, pp. 23-39. 1998.
  • García Sanjuán, Leonardo. Muerte, tiempo, memoria. Los megalitos como memoriales culturales. Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico núm. 67, pp. 34-45. 2008.
  • Centro de Interpretación del Megalitismo de Évora. Convento de los Remedios, Avenida São Sebastião, 7000-531. Évora.
  • Mario Menéndez Fernández (coord.). Prehistoria reciente de la Península Ibérica. Editorial UNED. 2013.

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