Tarteso, del mito a la realidad histórica (I)

¿Qué es Tarteso?

Existen cientos de publicaciones en revistas y libros, programas y documentales que hablan de Tarteso. Se escriben artículos en prensa acerca de yacimientos tartésicos e, incluso, próximamente se estrenará un documental de National Geographic sobre Tarteso.

El término siempre ha estado rodeado de un halo de misterio. Basta con hacer una búsqueda en Google para encontrar referencias a una “misteriosa civilización”, “los secretos de Tartessos” o, incluso, identificaciones con la Atlántida platónica.

Pero ¿sabemos qué es Tarteso?

La pregunta que, a priori, puede parecer sencilla, tiene en realidad mucha miga.

¿Es un río, una ciudad, un reino, una civilización? Las fuentes antiguas no se ponen de acuerdo.

Hoy en día usamos el término “Tarteso” para referirnos a una cultura que se desarrolló durante la primera Edad de Hierro en el suroeste peninsular a raíz de la colonización fenicia. Algunos autores dicen que también se puede llamar tartésica a la población que existía en el suroeste de la península ibérica durante el Bronce Final, antes de la llegada de los fenicios, así que tampoco en esto nos ponemos de acuerdo.

Vamos a dar un paseo por la historia para entender de dónde sale todo esto. ¿Me acompañas?

Tarteso en las fuentes antiguas: Las fuentes bíblicas

Al oeste del reino de Israel, en la costa del Mediterráneo, se encontraban los fenicios. La principal actividad de estos pueblos era el comercio, para el cual disponían de rutas por todo el Mediterráneo. Fenicia no era un reino como sí lo era Israel, sino que estaba compuesta por una serie de ciudades-estado. Una de ellas era Tiro, que ya en el s.XI a.C. comenzó a establecer una serie de colonias por toda la costa mediterránea, entre ellas, varias en las costas de la península ibérica, como Cerro del Villar (Málaga), Onoba (Huelva) o Gadir (Cádiz).

Colonias fenicias y principales rutas comerciales (fuente)

Al mismo tiempo que se producía la expansión fenicia, reinaba en Israel David y, posteriormente, su hijo Salomón. La biblia, en el Antiguo Testamento, nos habla del reinado de estos reyes y, como es normal, de sus relaciones con los reyes de la zona.

En el Libro de los Reyes encontramos lo siguiente:

Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada. Porque el rey tenía en el mar una flota de naves de Tarsis, con la flota de Hiram. Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

1 Reyes, 10:22

Josafat había hecho naves de Tarsis, las cuales habían de ir a Ofir por oro; mas no fueron, porque se rompieron en Ezión-geber

1 Reyes, 22:48

Hiram I, fue rey de la ciudad fenicia de Tiro entre el 969 y 939 a.C. En estas citas podemos leer que se habla de “Tarsis” como topónimo relacionado con la ciudad de Tiro, que muchos autores identifican con “Tarteso”, dada su similitud lingüística. Sin embargo, algunas de las materias primas que traían estos barcos (marfil, monos y pavos reales) no coincide con los productos que pudiéramos encontrar en el suroeste peninsular sino, más bien, productos de Oriente.

¿Se refiere el topónimo “Tarsis” a dos lugares diferentes, uno en Oriente y otro en Occidente? ¿Se referiría “naves de Tarsis” en realidad a un tipo de embarcación?

Otras citas del Antiguo Testamento sí harían viable la ubicación de “Tarsis” en Occidente:

Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.

Jonás, 1:3

¿Se refiere este “Tarsis” bíblico a “Tarteso”?

Tarteso en las fuentes antiguas: Los autores arcaicos y clásicos

Una de las primeras referencias griegas que tenemos de Tarteso quizás se encuentre en Homero. Si hacemos caso a Estrabón, cuando Homero hablaba en la Odisea sobre el Tártaro, el lugar en Occidente a donde iban a parar los difuntos, se inspiraba en lo que había oído sobre Tarteso. Incluso existe cierto parecido lingüistico entre ambos lugares.

Tarteso se encontraba más allá de las Columnas de Heracles, el final del mundo conocido para los griegos, por lo que no es de extrañar ese sentido liminal y mitológico, hábitat de cíclopes y gigantes, y lugar de acceso al inframundo.

La primera referencia que tenemos al término “Tartessos” se remonta al s.VII a.C. Esta referencia se da en la Gerioneida, de Estesícoro de Himera, donde describe Tartessos como un río. Algunos autores han indicado que la raíz TRT (“Tart” o “Turt”) sería la manera indígena de referirse al río Guadalquivir, que los griegos habrían adaptado como “Tartessos”. La Gerioneida narra un episodio del mito de Heracles que se refiere a su encuentro con el rey Gerión, un gigante de tres cabezas y tres cuerpos que habitaba en la isla Erytheia (Cádiz). Poseía rebaños de bueyes y, de hecho, uno de los trabajos de Hércules fue, precisamente, el robo de los bueyes de Gerión. De nuevo, encontramos las Columnas de Heracles como el límite entre el mundo conocido y el mundo mitológico.

Ánfora griega de figuras negras representando el combate entre Heracles y Gerión © The Trustees of the British Museum (fuente)

Ya en el siglo VI a.C. encontramos referencias a “Tartessos” como topónimo, tanto en la obra de Anacreonte de Teos como en la de Hecateo de Mileto, aunque sólo sabemos de esas obras por las referencias a ellas realizadas por otras fuentes, como Estrabón.

Y llegamos a Heródoto de Halicarnaso quien, en el s V a.C., nos narra en sus Historias el viaje de Kolaios de Samos. Kolaios, o Coleo, fue un comerciante y navegante jonio que vivió durante el s.VII a.C. Heródoto nos narra que, hallándose en ruta hacia Egipto, él y su tripulación fueron arrastrados por los vientos hasta Tartessos. Allí se encontraron con un mercado prácticamente virgen, y obtuvo unas enormes ganancias, las mayores recordadas desde los tiempos de Sostrato de Egina. Con la décima parte de las ganancias encargaron un caldero de bronce que fue depositado en el tempo de Hera en Samos.

En las Historias existen otras referencias a Tartessos que tienen gran interés. Heródoto habla de las relaciones entre los foceos y un rey tartesio, Argantonio (que se traduciría como “hombre de plata”) y que mantendría buenas relaciones con los griegos, hasta el punto de invitarlos a establecerse en sus dominios.

Fragmento de las Historias de Heródoto, Libro VIII, sobre el Papiro Oxyrhynchus 2099 (fuente)

Avanzamos de nuevo en el tiempo, hasta los siglos VI-III a.C., momento en el que se compuso la obra De mirabilibus auscultationibus, atribuida a pseudo-Aristóteles. En esta obra se vuelve a citar a Tartessos, pero esta vez en referencia al comercio fenicio, a diferencia de las obras anteriormente mencionadas. En ella se cuenta lo ventajoso que era el comercio tartesio para los fenicios, hasta el punto de necesitar sustituir su ancla por una de plata, por la incapacidad de transportar las grandes cantidades de dicho metal que habían obtenido comerciando en Tartessos.

Ya en el siglo II a.C. empezamos a encontrar las primeras referencias a Tartessos como una ciudad concreta. Pseudo-Esquimo de Quíos la sitúa al oeste de Gades, lo que podría identificarla con Huelva. Autores posteriores, como Avieno, Pompenio Mela o Plinio también la identifican como ciudad, a veces como Gades, a veces como Carteia. Hay que tener en cuenta que el declive de la cultura tartésica se produce en torno al s.VI a.C., por lo que las obras de estos autores serían muy posteriores, en un tiempo en el que primaba la importancia de las ciudades de espacio determinado sobre las regiones, y tendría sentido que ubicaran Tarteso en una ciudad concreta.

En el párrafo anterior hemos hablado de Avieno, y es necesario destacar la descripción que este autor realiza de Tartessos en su obra Ora Marítima. Este autor es fundamental para entender la construcción del mito, como veremos posteriormente.

Ora Marítima fue escrita en el siglo IV d.C., y narra el periplo de Hannon e Himikon, exploradores púnicos que realizan navegación de cabotaje por la costa norte y oeste de África. En su obra, Avieno realiza algunas descripciones geográficas, como el lacus ligustinos o golfo tartésico, golfo que fue colmatado por sedimentos y que se encontraría donde se encuentran actualmente las marismas del Guadalquivir.

Mapa de la expansión de la cultura tartésica y la paleodesembocadura del Guadalquivir (fuente)

Otro autor de bastante importancia es Pausanias quien, en su Descripción de Grecia, añade nuevos elementos al mito de Gerión, indicando que este tenía una hija, Erytheia. Ésta quedó embarazada del dios Hermes y dio a luz a Nórax. Nórax es considerado el mítico fundador de la ciudad de Nora, en Cerdeña. Este mito se ha visto reforzado por la llamada “Estela de Nora”, una estela fenicia del siglo XI a.C. hallada en Cerdeña, en las cercanías del yacimiento de Nora. Pese a que está incompleta y su traducción es controvertida, algunas interpretaciones apuntan a que se trataría la conmemoración de la victoria de Milkaton tras una batalla sucedida en Tarsis y su posterior viaje a Cerdeña, lo que concordaría con el mito de Nórax.

Para finalizar con las fuentes antiguas no podía faltar el mito de Gárgoris y Habis. Narrado por Justino en sus Historias Filípicas, Gárgoris sería un rey tartésico y el inventor de la apicultura. Tras abusar de su hija, ésta se queda embarazada, dando a luz a Habis. Gárgoris ordena matar al niño, quien escapa a este destino y es criado por una manada de ciervos, alimentado por leche de cierva (¿te suena?). Tras hacerse mayor, es reconocido por Gárgoris y, finalmente, lo sucede en el trono, siendo considerado el inventor de la agricultura con arado así como quien dio a los tartesios sus primeras leyes.

El transcurrir del tiempo: El estudio de las fuentes antiguas hasta la Edad Contemporánea

El estudio de Tarteso nunca quedó en el olvido. Desde antiguo, los autores realizaron la identificación del bíblico Tarsis con el antiguo Tartessos, y así quedó reflejado en la Suda, enciclopedia bizantina del s. X en la que se sitúa a Tarsis frente a las costas de Libia.

Durante la Edad Moderna se mantiene esa identificación de ambos términos y se estudia su relación con la península ibérica con fines legitimadores. Así lo hace Nebrija en 1499 en Istoria de las Antigüedades de España. Esa vinculación de la península ibérica con el Tarsis que figura en el Antiguo Testamento promueve la legitimación sacra de la monarquía hispánica, así como la conexión mitológica con la cultura clásica. Esta legitimación se aprecia también en textos anteriores, como el Historia de rebus Hispaniae de Jiménez de Rada o la Estoria de España de Alfonso X.

Como veremos posteriormente, no es el único momento en el que se usa a Tarteso como elemento legitimador.

Sin entrar en más detalles, a lo largo de todo el periodo numerosos autores profundizaron en la relación entre Tarsis y Tarteso, y la articulación del discurso histórico que permitía legitimar a la monarquía, trazando un hilo conductor desde los monarcas míticos hasta las monarquías modernas.

Y hasta aquí hemos llegado hoy, ¡espero que te haya resultado interesante! En la próxima entrada hablaremos sobre cómo evoluciona el mito durante el siglo XIX y los comienzos de la arqueología tartésica hasta la actualidad. ¡No te la pierdas!

Fuentes

  • Imagen de portada: Placa de bronce representando a Astarté como Potnia Theron, o señora de los animales, conocida como “Bronce Carriazo”. Se encuentra expuesta en el Museo Arqueológico de Sevilla. Fotografía de José Luis Filpo Cabana.
  • Rodríguez, E., Naranjo, P. (2022) Apuntes del curso “Arqueología de Tarteso: conceptos para la comprensión de una cultura”. CepoAt. Universidad de Murcia.
  • Pérez, A. et al. (editores). (2021, diciembre). Fenicios en Ispanya. Desperta Ferro Arqueología e Historia, 40.
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