Al ver la estrella, los sabios se llenaron de alegría. Luego entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre. Y arrodillándose, lo adoraron. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra.
San Mateo 2, 1-12
El Evangelio según San Mateo 2, 1-12 contiene la única referencia de los Reyes Magos que hay en la Biblia. Del mismo sólo se puede extraer que procedían de Oriente, eran varios, sabios y llevaban tres regalos.
De esta descripción hemos llegado hasta la iconografía actual: tres hombres, de distinta edad y procedencia, ataviados con coronas y ricos ropajes, acompañados de un importante séquito. Este recorrido se ha ido asentando a lo largo de la historia en base a diferentes textos y a las circunstancias de cada época, con la finalidad de intentar universalizar esta fiesta, que es de las más antiguas y conocidas de la liturgia católica: la Epifanía.
Son los evangelios apócrifos (textos de los primeros siglos del cristianismo que no fueron incluidos ni aceptados en ninguna de las versiones de la Biblia) los que nos dan más detalles sobre esta escena: el Pseudo-Mateo, el Evangelio de Taciano, el Armenio, el Protoevangelio y el Evangelio Árabe de la infancia; en este último mencionan los tres nombres de donde provienen los que posteriormente el Liber Pontificalis del s. IX recoge y que son los actuales. En las Meditaciones de Vita Christi de Pseudo-Buenaventura (aprox. 1300) se describe el viaje de los Reyes Magos con sus lujosos séquitos. Destaca Juan de Hildesheim (carmelita alemán) que hacia 1370, tras recopilar numerosos textos, escribe El libro de los Reyes Magos, describiéndoles minuciosamente.
Su número quedó fijado en tres de forma definitiva por el Papa León I El Grande (390-465), en sus sermones para la Epifanía: En la persona de los tres magos adoren todos los pueblos al Autor del Universo. Hasta entonces las representaciones paleocristianas de los mismos iban de dos (Catacumbas de los Santos Pedro y Marcelino) a cuatro (Catacumba de Domitila), San Jacobo y Miguel el Grande afirmaban que eran 12, como las tribus de Israel o los apóstoles. Se ha atribuido la elección del número de tres por coincidir con el número de regalos que llevaron; también se ha asociado este número a los continentes conocidos en ese momento, como forma de representar a cada uno de ellos y así a todos los pueblos de la tierra; desde el punto de vista teológico se considera que representa a la Trinidad.
La edad de estos representa tres etapas de la vida: juventud, madurez y vejez y es el Cathalogus Sanctorum (s. XV) el que fija estas edades en 60, 40 y 20 años. En la Edad Media no fue pacífica la atribución de la edad a cada uno de ellos. Sus representaciones en unas ocasiones atribuyen a Baltasar la madurez y la juventud a Gaspar (Frontal de Aviá en el Museo Nacional de Arte de Cataluña), en otras es Melchor el maduro, Baltasar el joven y Gaspar el anciano (murales de Navasa del Museo Diocesano de Jaca), en San Apolinar el Nuevo (Rávena), donde por primera vez aparecen sus nombres, S. VI, es Baltasar el maduro, Melchor el joven y Gaspar el anciano. Fue en el Renacimiento cuando se consolidó el atribuir a Melchor la ancianidad, a Gaspar la madurez y a Baltasar la juventud.
En cuanto a su procedencia, San Mateo sólo nos dice que provienen de Oriente. En el Evangelio de la Infancia se señala que proceden de Persia, Babilonia y Asia. Los salmos de Salomón (72-20) nos dicen que provienen de Tarsis, Seba y Saba (Asia menor) y los vinculan con los hijos de Noe: Set, Jafet y Cam que fueron enviados a Europa, Asia y África a evangelizar y de ahí la procedencia de los tres reyes, Melchor, Gaspar y Baltasar, respectivamente. Juan de Hildesheim afirma que son centinelas de la montaña de Vaus, donde descubren la estrella que les guía.
San Mateo los define como magos en el sentido de sabios astrólogos dedicados al estudio de las estrellas y su deseo de encontrar en las mismas al Mesías. Con el tiempo, la palabra mago fue adquiriendo carácter peyorativo y asociándose a la brujería. Fue Tertuliano, padre de la Iglesia (185-220) quien, en el s. III, los elevó a la categoría de reyes amparado en el Salmo de Salomón donde señala “… que los reyes le traigan presentes…” y Cesáreo de Arlés (450-542) sustituyó los gorros frigios, así aparecen por ejemplo en la basílica de Rávena, por coronas reales, asentándose en el s. X este tratamiento real.
Los presentes que ofrecen los reyes son sobradamente conocidos: oro, incienso y mirra. En cuanto a su significado, se atribuye al oro, metal propio de reyes, el símbolo de la realeza de Jesús; al incienso, utilizado en ofrendas y ritos religiosos, la divinidad de Jesús; y a la mirra, sustancia aromática usada para unción de cadáveres, la naturaleza humana. En la Leyenda Aurea (Jacobo de la Vorágine, s. XIII) se vincula el oro con el amor, el incienso con la oración y la mirra con la mortificación de la carne. Melchor sería el que portaría el oro, Gaspar el incienso y la mirra Baltasar.
La iconografía de la escena de los Reyes Magos se ha ido consolidando con el tiempo, llegando al esplendor actual durante el Renacimiento. Por otro lado, inicialmente, los tres reyes eran representados de raza blanca, el cambio del color de Baltasar también se produce en el Renacimiento y ha perdurado hasta nuestros días. Se ha asociado este cambio de color al deseo de la Iglesia de universalizarse surgiendo de forma paralela al origen de los reyes de los distintos universos, representando Baltasar el continente africano.
Curiosidades
La idea de poner los zapatos para que se depositen junto a los mismos los regalos de su propietario proviene de una leyenda: dos amigos del niño Jesús, al ver que el mismo iba sin zapatos, decidieron darle unos suyos, los lavaron y los dejaron en el balcón para que se secaran, al día siguiente aparecieron llenos de dulces y regalos que habían dejado los reyes magos por la noche en pago de la generosidad de los mismos.
En el s.XIII se extendió la creencia de que los magos protegían contra la epilepsia y poderes ocultos y el día 6 de enero se escribía en las puertas de las casas GBM para proteger a sus habitantes de los ataques de brujas y demonios.
La primera cabalgata de Reyes Magos fue la de Alcoy (Alicante) en el año 1885, realizada para honrar una fiesta tan importante.
En Italia los Reyes Magos son sustituidos por la Befana, una vieja a la que los Reyes preguntaron el camino para llegar a Belén. La Befana les dio de comer, pero no les indicó el camino. Posteriormente, arrepentida de su decisión salió en su búsqueda con un cesto lleno de dulces, al no encontrarles repartió entre los niños que se encontraba estos dulces por si alguno de ellos era Jesús.
Sus cuerpos hoy reposan en la catedral de Colonia (Alemania). La leyenda cuenta que Santa Elena, madre de Constantino, llevó sus reliquias desde Saba a Constantinopla. Posteriormente fueron trasladadas a Milán desde donde fueron llevadas a Colonia por el arzobispo de esta ciudad tras la invasión de Milán en 1164 por Federico Barbarroja.
Sigue creyendo, la ilusión es la savia del corazón.
Fuentes
- Imagen de cabecera: Rubens: Adoración de los Reyes Magos, Museo del Prado (fuente)
- https://dichosaventura.blogspot.com/2018/01/solemnidad-de-la-epifania-por-san-leon.html
- https://www.revistamirabilia.com/sites/default/files/pdfs/22.03_0.pdf
- http://pincelyburil.blogspot.com/2008/12/los-reyes-magos-y-juan-de-hildesheim.html
- https://www.eladelantado.com/opinion/alberto-martin-baro-de-magos-a-reyes-los-reyes-magos/
Carmen Galiano Segovia
Mi pasión por la historia ha ido creciendo conmigo: al viajar, al ayudar a mis hijos con sus deberes, al leer.... Hasta hace poco me apasionaba el ejercicio de la abogacía pero ahora me gustaría arrinconarla y dedicarme a VIVIR la historia.