El arma que pudo ganar la Guerra Civil Española

El tanque soviético T-26

Al inicio de la Guerra Civil Española (1936-1939) España no tenía un arma blindada digna de ser tenida en cuenta. Se contaba con unos cuantos tanques Renault FT-17 veteranos del Desembarco en Alhucemas (1925), adquiridos a Francia después de la Primera Guerra Mundial. España fue pionera en desembarcar tanques en una acción militar con dicha acción en las guerras de Marruecos pero, como en tantas otras ocasiones, no tuvo continuidad.

Alemanes e italianos, aliados de los rebeldes, pronto enviaron a España lo más moderno que tenían en materia de armamento, especialmente los alemanes, que mandaron su modelo de tanque Panzer I, no mucho más grande que una furgoneta y armado con dos ametralladoras. Este vehículo era el arma principal del ejército alemán de la época.

Es de todos conocido que la República envió a la URSS sus reservas de oro, dichas reservas fueron empleadas para pagar el material militar que enviaron a la República Española, a diferencia de alemanes e italianos que enviaron su material “a crédito”.

Mucho podría decirse de la calidad del material enviado por la Unión Soviética pero, si en algo destacaron, fue en los tanques que enviaron para ser empleados por los republicanos, el modelo T-26, un tanque merecedor de tal nombre.

Era superior a todo lo que los rebeldes podían poner sobre el campo de batalla. Su potencia de fuego podía dejar fuera de combate a cualquier blindado enemigo gracias a su cañón de 37mm, contaba además con ametralladoras para el combate contra infantería y una velocidad de 28 km/h en carretera y 20 Km/h campo a través.

En España participaron en la batalla de Brunete, en la de Madrid, en la de Belchite, en la de Teruel y algunos, ya pocos, en la del Ebro. Los nacionales llegaron a ofrecer una recompensa de 500 pesetas de la época por cada uno que fuera capturado. Varios de ellos terminaron sirviendo en el ejército de Franco.

Los primeros llegaron a España el 26 de Septiembre de 1936 en el mercante soviético “Neva”. Llegaron con personal técnico y tripulaciones carristas junto a personal de mantenimiento soviético. Se estableció en Archena (Murcia) la base de carros de combate y la Escuela de Blindados. Se empleó como personal para tripularlos a antiguos taxistas, camioneros y conductores de autobús que nada sabían de llevar un vehículo de estas características. Además, el personal instructor llegado desde la URSS no hablaba castellano, con lo que la instrucción del personal fue realizada de la única manera posible, mediante mímica.

El primer empleo de los tanques fue en la localidad toledana de Seseña y la sorpresa entre las tropas franquistas fue total. Al verlos aparecer pensaron incluso que eran tanques italianos. El ataque fue demoledor, perdiéndose un único carro por el lanzamiento de explosivos que entraron en su interior cuando estaba en la plaza mayor del pueblo. Deciden retirarse a Borox y de nuevo atacan Seseña, pero ahora los defensores les repelieron empleando “cócteles Molotov”, una botella llena de gasolina con un trapo en la boca de esta que, una vez encendido, hace de mecha, siendo esta la primera vez que se tiene noticia de su uso en España. Varios carros fueron alcanzados de esta manera y puestos fuera de combate.

El desarrollo de este combate nos sirve de ejemplo de lo que sucedió en batallas posteriores. En esta época no se tenía claro por parte de ninguna de las naciones industrializadas y futuras rivales en la II Guerra Mundial, cómo utilizar los tanques que habían aparecido en la I Guerra Mundial.

Fueron una solución para romper la guerra de trincheras en el Frente Occidental de manera exitosa, pero en el período de entreguerras su empleo como arma estaba en pleno debate.

Se la consideraba un arma de apoyo a la infantería, un arma para evitar una nueva guerra de trincheras. Los rusos, en España, los emplearon para romper el frente, pero al quedar sin apoyo de la infantería, una vez superada la sorpresa inicial, eran fácil presa de los contraataques enemigos, se veían obligados a retirarse con fuertes pérdidas y no podían consolidar el terreno conquistado.

Ante el fracaso de este tipo de ataques, los rusos optaron, erróneamente, por seguir empleándolos como arma de apoyo a la infantería, y no desarrollaron una doctrina como arma independiente que los alemanes sí realizarán, desarrollando la doctrina del llamado “puño acorazado” y que les dará el control de casi toda Europa. Una doctrina basada en una ruptura del frente por fuerzas blindadas que atacarán una zona previamente “ablandada” por la aviación, y rodeada por los blindados que aguantarán hasta que la infantería, que les sigue, les dé el “relevo” en la aniquilación de las fuerzas rodeadas previamente por los propios tanques, que quedan libres para atacar en otra zona.

Pero en España fueron empleados como un arma “solitaria”, rompiendo el frente del enemigo hasta que su impulso se agotaba al no tener el apoyo de ninguna otra arma, ni aviación ni infantería ni artillería. Incluso en batallas victoriosas para la República, como la de Guadalajara (1937), siguieron siendo empleados como “arma de apoyo a la infantería” y, en muchas ocasiones, actuaban por su cuenta, causando importantes bajas al enemigo, pero sin obtener ganancia territorial alguna y viéndose obligados a retirarse cuando el combustible empezaba a escasear.

En la batalla de Brunete, de nuevo, los carros atacaron por su cuenta, dejando atrás a la infantería y siendo batidos por la artillería enemiga. Se perdieron 159 tanques nada menos, de los cuales 18 fueron a parar a manos de los franquistas. Desde entonces su papel como apoyo a la infantería fue total, aunque aún participarán en batallas como la del Ebro o en el Frente de Aragón.

Salvo los alemanes, los distintos países no entendieron las posibilidades que ofrecía el tanque en el campo de batalla. Los franceses en 1940 tenían tantos o más tanques que los alemanes, pero siguieron empleándolos como en la Primera Guerra Mundial, un arma de “apoyo”, y fueron totalmente derrotados por los alemanes que los empleaban de forma concentrada, rompiendo el frente y evitando cualquier reacción del enemigo.

Los soviéticos también aprendieron mal las lecciones de la guerra en España, consideraron que los blindados no podían actuar autónomamente y distribuyeron los suyos entre unidades de infantería. Por este motivo, en 1941, cuando Hitler invade la URSS, los rusos fueron vencidos una y otra vez, sus tanques no podían parar a los alemanes, superiores en táctica, pero no en técnica, pues los tanques rusos, como el T-34 eran muy superiores a los de los alemanes, en diseño, blindaje y potencia de fuego, tanques que, con variantes, llegarán hasta Berlín en 1945.

Si los tanques rusos hubieran sido empleados de manera diferente en la Guerra Civil Española no cabe duda de que podrían haber ganado varias batallas decisivas para la República o, como mínimo haber prolongado la guerra hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Se habría retrasado el reconocimiento del gobierno de Franco por parte de las potencias extranjeras lo que habría dado oxígeno a la República que habría demostrado tener una capacidad militar importante ante la rebelión que amenazaba su existencia. Y, teniendo en cuenta la obsesión de Franco por recuperar a toda costa aquel terreno que perdía en combate, podría haber llevado a un nivel de bajas inaceptable para los rebeldes.

Pero nada de esto sucedió así, esta arma formidable pasó, sin pena ni gloria, por los campos de batalla españoles, con el resultado que todos conocemos.

Aún pueden verse en algunas localidades y museos estos tanques que terminaron sirviendo en el ejército español hasta casi los años 50, vista la imposibilidad de renovar el arma blindada por el boicot que el régimen de Franco sufre después de la Segunda Guerra Mundial.

Fotografía tomada en el Cuartel de El Goloso, en Madrid, donde se puede ver el tanque modelo Panzer I, de origen alemán y a su lado vemos parte de una tanqueta C-33 de origen italiano. Ambos vehículos fueron enviados por Alemania e Italia respectivamente para apoyar al ejército franquista en la Guerra Civil Española (foto del autor).

Fuentes

  • Imagen de portada: Tanque ligero T-26B, conocido en España como “Vickers”, expuesto en el Museo de Unidades Acorazadas de El Goloso (Madrid).  https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Museo_de_Unidades_Acorazadas_de_El_Goloso_(8617065388).jpg
  • Atlas Ilustrado de Vehículos Blindados Españoles. Editorial Susaeta. Francisco Marín. Josep María Mata.
  • Unidades blindadas republicanas durante la Guerra Civil Española. Revista SERGA. Marzo-Abril 2001. Jorge Pedraza Rojo.
  • Batallas de la Guerra Civil Española. Editorial Susaeta. Lucas Molina Franco. Rafael Permuy López, Fernando Calvo González-Regueral. Juan Vázquez García.
CONTACTO

Puedes contactar con nosotros pulsando aquí: Contacta con nosotros

La Biblioteca de Pérgamo está creada por estudiantes y graduados de los grados de Geografía e Historia y de Historia del Arte de la UNED. Somos catorce personas las que componemos el proyecto; cada artículo es un reflejo de las inquietudes, intereses y opiniones de cada autor.