80 años de la batalla más sangrienta.
En febrero de 1943 el ejército alemán se rendía a los soviéticos en Stalingrado (hoy Volgogrado).
Hoy Stalingrado resuena como una gran victoria de los rusos sobre las tropas de Hitler. Efectivamente lo fue, aunque los alemanes no perderían la iniciativa en el Frente del Este hasta unos meses después. Lo que realmente significó fue la demostración de que se podía derrotar al ejército alemán de forma clara con sus propias tácticas y armas.
A comienzos de 1942 Hitler tenía prisa. En diciembre de 1941 había declarado la guerra a EE.UU. sin tener necesidad de ello. Hoy muchos historiadores se preguntan los motivos y sólo se nos ocurre que, sintiéndose endiosado por las victorias obtenidas hasta el momento, llamado por la Providencia para dar a Alemania el famoso “Reich de los Mil Años”, pensó que la Unión Soviética estaba a punto de caer y, luego, podría enfrentarse a los aliados de manera más “tranquila”. Pero para esto, debía terminar la guerra en el Este lo antes posible, una guerra que iba a entrar en su segundo año, algo que no tenía previsto cuando atacó a la URSS.
Ya no podía atacar en todos los frentes como había hecho en 1941. Se concentró en el Sur, y lo desarrolló en la denominada “Operación Azul”. El objetivo, avanzar hacia el Este y el Sur, hacia el Cáucaso, tomar los pozos de petróleo de la zona y partir la URSS en dos, llegando al mar Caspio y aislando la zona del propio Cáucaso del resto de la Unión Soviética.
La operación se inició en verano. El avance fue rápido, prácticamente sin oposición. Los rusos optaron por dejar avanzar, ceder terreno a los alemanes, los cuales, como dijo un general “no teníamos nada, a la izquierda, a la derecha, ni delante, ni detrás”. Se avanzaba por un terreno inmenso que parecía no tener fin.
Hitler cambia los planes iniciales. Divide sus fuerzas, una parte de ellas continuó con su objetivo de tomar los pozos de petróleo y otra parte, tomar la ciudad que había sido rebautizada con el nombre del líder soviético, Stalin, una ciudad industrial a orillas del Volga, Stalingrado.
No era un punto estratégico, de hecho, los alemanes podrían haberla tomado semanas antes pero no le dieron demasiada importancia. Ahora se la quería convertir en un símbolo, una humillación para Stalin que vería como los alemanes tomaban la ciudad que llevaba su nombre.
Hitler puso al frente de VI Ejército, que tenía la misión de tomar la ciudad a Friedrich Paulus (en muchos libros aparece como Von Paulus, lo que es incorrecto, Paulus no era de familia noble), Era un general de Estado Mayor, que conocía más los mapas que el frente de batalla, pero no podemos decir que fuera incompetente, ni mucho menos. Quizás su mayor error fue ser totalmente obediente a los deseos de Hitler, cumpliendo sus órdenes a rajatabla. Es famoso que, cuando supo la decisión de invadir Rusia, dijo que era una locura, pero se puso manos a la obra como militar disciplinado que era.
Los alemanes bombardearon la ciudad. Quizás pensaron que así se “ablandaría” la resistencia, pero fue todo lo contrario. Los rusos “reocuparon” las ruinas e hicieron una defensa numantina de cada una de las casas, de cada fábrica, de cada esquina y de cada trinchera.
Al mando tenían a Vasili Chuikov, y emplearon todos los medios a su alcance para evitar que Stalingrado cayera en manos alemanas. Stalin prohibió toda retirada y la defensa a toda costa, aunque eso significase eliminar a los propios soldados que cediesen ante el enemigo o diesen la más mínima muestra de cobardía.
Quedan para la historia nombres como la colina Mamaev, tomada por los alemanes y retomada por los rusos en multitud de ocasiones, la fábrica “Octubre Rojo” o la fábrica “Barricada”. Los alemanes se desesperaban ante un enemigo que nunca se rendía y donde tomar una casa en ruinas sólo significaba tener que tomar la siguiente.
Pasaron los meses. En la ciudad se practicaba lo que los alemanes llamaron Rattenkrieg o guerra de ratas. En la lucha era mejor tener una buena ametralladora y una granada que un tanque. El avance era lento, las bajas enormes por ambas partes. Los alemanes llegaron a tomar el 90% de la ciudad.
Los alemanes se habían centrado en tomar la propia Stalingrado mientras que dejaron que los flancos en el exterior de esta fueran cubiertos por tropas aliadas, italianas, rumanas y húngaras.
Los rusos montaron la llamada “Operación Urano”, en noviembre de 1942. Rompieron el frente alemán, arrollaron a los rumanos e italianos que apenas tenían con qué defenderse de los tanques rusos y rodearon a Paulus y todo su VI Ejército en un gran área alrededor de la ciudad, que pronto fue conocida como Der Kessel, el caldero.
Inicialmente, los alemanes no fueron conscientes de la situación. No estaban acostumbrados a que los rusos, un pueblo, según ellos, inferior y al que creían casi derrotado, hubiera podido montar una ofensiva de tal envergadura y encerrado a 330.000 alemanes y aliados. Se pensó que un contraataque podría equilibrar la situación.
En el interior de la bolsa, Paulus pensó en salir por sus propios medios. Atacar desde dentro y unirse al resto de las tropas alemanas, pero eso implicaría abandonar todo el equipo pesado y, sobre todo, olvidarse de tomar la ciudad de Stalingrado. Unas horas antes de iniciar la ofensiva para liberarlos de la encerrona y que, dada la debilidad de las líneas rusas, podría haber tenido éxito, llegó la orden de Hitler anulándola.
Había decidido que el ejército de Paulus sería abastecido desde el aire, como le había asegurado que podía hacerse su ministro del aire Hermann Goering. Goering no hizo caso de sus propios especialistas que le dijeron que no sería posible, en pleno Invierno, socorrer, desde el aire, a un número tan grande de tropas. El clima ruso invernal impidió durante muchos días, que los aviones pudieran despegar. Hitler además puso a uno de sus más brillantes generales, Von Manstein, al frente de un nuevo ejército que debía rescatar a los sitiados.
Manstein estuvo cerca de alcanzar su objetivo. Solicitó a Paulus que atacase desde el interior de la bolsa para conectar y abrir un pasillo de escape para los cercados. Paulus no quiso desobedecer las órdenes, y Manstein, considerando que en Rusia había sitio suficiente para enterrar a sus hombres y a los de Paulus, optó al final por retirarse, abandonando a Paulus a su suerte.
Desde entonces, la situación en el Kessel se fue haciendo cada vez más desesperada. Los suministros desde el aire llegaban con cuentagotas. El hambre y las enfermedades provocaban más bajas que las balas. Se llegó incluso a recurrir al canibalismo. Los alemanes además fueron perdiendo los aeropuertos que tenían en el interior y hubo que enviarles la ayuda en paracaídas, ayuda que, muchas veces, no podían recoger o caía directamente en manos de los rusos.
El espacio se fue haciendo cada vez más reducido. El 9 de enero de 1943 se le ofreció a Paulus la rendición, que fue rechazada. Hitler el 30 de enero de 1943 nombró a Paulus Mariscal de Campo. Nunca un Mariscal de Campo alemán había sido capturado en batalla, era una insinuación para que Paulus se suicidara antes que rendirse. En privado, Paulus dijo que no tenía ninguna intención de suicidarse, y prohibió a todos sus oficiales el hacerlo. Debían seguir la suerte de sus tropas.
El 31 de enero Paulus se rinde. El resto de tropas alemanas lo hizo el 2 de febrero de 1943. Algunos grupos aislados continuaron luchando hasta marzo de 1943.
Stalingrado fue la batalla más sangrienta de la historia. Se calculan más de 600. 000 bajas alemanas a las que se sumarían las de húngaros, rumanos e italianos de los que no existen cifras exactas. Los rusos perdieron más de un millón de hombres, pero cálculos actuales consideran que debieron ser muchos más. Los alemanes dejaron 91.000 prisioneros. Tras los años de cautiverio en manos rusas, sólo 5.000 regresarán con vida.
Aclaraciones
En muchos libros, el general Paulus aparece como Von Paulus, lo que es incorrecto, Paulus no era de familia noble y no tenía un “von” en su apellido.
El hijo de la Pasionaria, Rubén Ruíz Ibárruri, murió en la batalla de Stalingrado luchando del lado de los rusos.
En el momento de escribir estas líneas se está produciendo una batalla, que ya dura muchos meses, por conquistar una ciudad, Bajmut, en Ucrania. Los rusos han lanzado multitud de ataques intentando tomarla a los ucranianos. De nuevo se lucha por tomar una ciudad en ruinas y las bajas deben ser enormes. Tomar una ciudad bien defendida, lo fue antes y lo es ahora, es una de las tareas más costosas para un ejército.
Fuentes
- Imagen de portada: Centro de Stalingrado tras la liberación (fuente)
- Stalingrado. Antony Beevor.
- La caída de los dioses. David Solar.
Algunas películas sobre la Batalla de Stalingrado
- “Enemigo a las puertas”. (2001) Recreación dramática de la actuación del francotirador ruso Vasili Zaitsev en la batalla de Stalingrado.
- “Stalingrado”. (1993) Película alemana que narra la historia de un pelotón de soldados alemanes en dicha batalla. Realizada para conmemorar los 50 años de la batalla.
Román Rivera
Aficionado a la historia desde niño, apasionado por las guerras mundiales y por el desarrollo de las armas a lo largo de los siglos. Estudia Historia porque siempre ha creído que la respuesta a los problemas del presente puede estar en el pasado y porque ninguna otra Ciencia puede explicarnos de manera tan clara por qué somos como somos.