La casa Coll i Regàs, una visita modernista en Mataró

Mataró, con casi 130.000 habitantes, es la capital de la comarca barcelonesa del Maresme. La evolución de la ciudad tiene sus más y sus menos. Durante el siglo XIX, va a vivir un gran desarrollo gracias a la industria del género de punto. Uno de los resultados de esta industrialización será la fortuna de la familia Coll i Regàs, quienes decidieron manifestar ese enriquecimiento construyendo una casa acorde a los tiempos, de estilo Modernista. En esta entrada, pues, hablamos de la casa Coll i Regàs.

Industrialización y Mataró

El siglo XIX vio nacer en España la industrialización y Mataró fue una de esas ciudades que vivieron esta etapa de forma particularmente interesante. El área del Maresme había desarrollado previamente una industria textil basada en el tejido de punto de tipo artesanal. Esta forma de tejer tradicional, se vio favorecida por la industrialización y la mecanización, a pesar de que los capitales iniciales invertidos en la creación de estas fábricas venían de pequeños y medianos comerciantes y no de industriales o empresarios. Lo cierto es que la burguesía decimonónica que hoy nos viene a la mente, tiene su origen en estos mercaderes o comerciantes y no tanto en empresarios o industriales, quienes luego formarán este grupo social siendo una segunda generación de burguesía enriquecida con la industria. Un gran ejemplo de ello es el Cercle del Liceu, un club social fundado en 1847 cuya finalidad inicial era aportar fondos para la construcción del teatro del mismo nombre. Entre los fundadores habían sobre todo empresarios y banqueros como Joan Güell, junto a un solo industrial, Albert Rusiñol.

Embarrado de telares del Museo de Género de Punto de Can Marfà, de Clemens Schmillen
Telar cuadrado del Museo de Género de Punto de Can Marfà, de Clemens Schmillen

El caso es que la industria en Cataluña tuvo parte de su origen en el dinero de los indianos (o els americanos, como se les llamaba también en catalán). Muchos de estos volvían del extranjero con dinero y, sobre todo, con conocimientos adquiridos de la revolución industrial en Estados Unidos. El modelo que implantaron aquí, sin embargo, se basó en el de otros países europeos. Si bien en Cataluña la falta de combustibles y materias primas dificultó el proceso, sí que se vio favorecido por la construcción de los Ferrocarriles, siendo el primero en la península el que unía Mataró con Barcelona en 1848. El primero del país, recordémoslo, unía La Habana con Güines, en Cuba y se estrenó en 1837. A su inauguración fue Miquel Biada, un indiano mataronense que quiso construir una línea férrea que uniera la capital condal con su ciudad. Y de ahí el desarrollo industrial fue imparable en toda la región, surgiendo el distrito industrial del Maresme.

Estación de Mataró, de Zarateman

Si nos atenemos a las matrículas industriales de la época, vemos que a partir de la década de 1870-1880, la ciudad se convierte en sede de las mayores empresas de género de punto del país, manteniendo una especialización que ya venía de antiguo. Entre estas empresas estaban las de la familia Regàs. Y aquí pasamos a hablar de nuestro protagonista, Joaquim Coll i Regàs.

Joaquim Coll i Regàs

Joaquim Coll i Regàs, cedida por Joan Palau Serra

Nacido en 1855, ambas ramas familiares se dedicaban al tejido. Su familia paterna a la sastrería, mientras que la materna tenía una industria textil cuyo origen se remontaba al ingeniero Antoni Regàs i Borrell, quien ya en el siglo XVIII había inventado una máquina de hilado. El joven Joaquim heredó de su abuelo, Feliciano Regàs, esta fábrica llamada “Sobrino de Antonio Regàs“. En 1880 se casó con Magdalena Surià i Prats, con quien tuvo seis hijos (cinco chicas y un chico). La fortuna familiar le permitió entonces construirse una casa que reflejara su riqueza. Para ello compró dos viviendas en la calle Argentona y las derruyó, encargando a Josep Puig i Cadafalch, anterior arquitecto municipal y futuro presidente de la mancomunitat de Catalunya, su construcción. La familia, por desgracia, viviría poco en la vivienda. Tras los dos años de construcción (1896-1898), Magdalena solo la disfrutó tres años, pues falleció en 1901. Su viudo Joaquim, volvió a casarse, esta vez con Dolors Jaumandreu i Farigola. En 1904 muere también él. Los seis hijos deciden vender la casa, aunque en el acta de la venta consta la oposición del hijo varón, curiosamente. El edificio, tras pasar por varias manos, acabó en manos de La Caixa d’estalvis i pensions, quien seccionó el jardín y lo usó para el hogar de jubilados aledaño, mientras que la casa en sí acabó formando parte de la Fundació Iluro.

La casa Coll i Regàs

Y esa es la vivienda que hoy vemos. Ubicada en la calle Argentona, la visita solo nos permite acceder a la planta noble, decorada con profusión en los gustos del modernismo. Y es que, la casa Coll i Regàs es el mejor exponente de esta corriente artística en Mataró. Lo curioso de la misma es que los planos no los firma el propio Puig i Cadafalch, sino el arquitecto Antoni Gallissà. Hay quien relaciona esto con el hecho de que apenas hasta dos años antes había sido el arquitecto de la ciudad, tal y como comentaba.

La vivienda presenta una fachada con decoración neogótica, con una gran tribuna con columnas salomónicas y arcos complejos. La mezcla da lugar a una fachada que sin ser barroca, resulta rica en detalles.

Fachada de la vivienda, cortesía de la Fundació Iluro

Sobre la puerta vemos a la filosa, la hilandera, convertida en símbolo de Mataró por su relación ya mencionada con el textil. Además, en las impostas de los arcos, tal y como se ve en las imágenes, vemos diversas referencias al tejido y la industria. En las de la planta baja tenemos las arañas y las mariposas con los capullos, relacionadas con la seda; un conejo con un trozo de tela, un gato con un ovillo de lana, una rana lavando un trozo de ropa y un mono vestido de hombre.

La filosa, autorizada por Joan Palau Serra
Un conejo con un trozo de tela en una de las impostas, cedida por Joan Palau Serra
Un gato con un ovillo de lana, cedida por Joan Palau Serra
Polillas de la seda, cedida por Joan Palau Serra
Arañas tejedoras, cedida por Joan Palau Serra
Un mono vestido de hombre, cedida por Joan Palau Serra
Una rana lavando un trozo de tela, cedida por Joan Palau Serra

En las de la planta superior vemos a la Abundancia con la Cornucopia sobre una ventana y, sobre la otra, una maternidad. En las impostas de estos arcos de la planta superior vemos angelitos, un niño con un ovillo de lana y otro sobre una rueda dentada, símbolo de la industrialización.

La abundancia, cedida por Joan Palau Serra
El mono vestido mirándose al espejo, cedida por Joan Palau Serra
La maternidad con dos criaturas, cedida por Joan Palau Serra
Dos angelillos, cedida por Joan Palau Serra
Un niño con un ovillo de lana, cedida por Joan Palau Serra
Una niña con una rueda dentada, cedida por Joan Palau Serra

Todos estos materiales tallados son realizados sobre piedra de Montjuïc en el taller de Eusebi Arnau, amigo y colaborador de Puig i Cadafalch.

En la fachada también destaca la mezcla de esgrafiados y cerámicas vidriadas. Ambas formas de decoración serán constantes dentro y fuera de la vivienda. Vemos como se repite constantemente la presencia de flores, en general recordando a las del algodón, aunque no exclusivamente.

Esgrafiados de la fachada, cedida por Joan Palau Serra
Detalles cerámicos de la parte superior de la fachada, cedida por Joan Palau Serra

De particular interés son el diseño de dos cruces a partir de azulejos cerámicos vidriados en que se lee un mensaje escrito en letra visigótica, del que en el atrio tenemos otro ejemplo. En el caso de la fachada, la leyenda reza: Molt bó es viatjar – Millor a casa estar. Muy bueno es viajar, mejor en casa estar. El mensaje se relaciona con el hecho de que el padre de la familia viajaba mucho por negocios, aparentemente.

“Molt bó es viatjar” Detalle de la fachada, cedida por Joan Palau Serra
“Millor a casa estar”. Detalle de la fachada, cedida por Joan Palau Serra

En el atrio, nos encontramos con otra frase, esta de tipo moralizante: La casa en que s’hi treballa- may hi falta gra ni palla. Es decir, en la casa que se trabaja, nunca falta grano ni paja. Esta cita está en la línea de los rodolins o pareados de corte moral tan abundantes en catalán como estos otros

“La casa en que s’hi treballa”. Detalle del atrio, cortesía de la Fundació Iluro
“May hi falta gra ni palla”. Detalle del atrio, cortesía de la Fundació Iluro
  • L’oci, com el rovell, gasta més que el treball. (El ocio, como el óxido, gasta más que el trabajo)
  • Feina feta no és destorb. (Trabajo hecho no estorba)
  • Qui viu d’esperances, mor de fam. (Quien vive de esperanzas, muere de hambre)
  • L’aranya a filar i l’home a treballar. (La araña a hilar y el hombre a trabajar)
  • Costa més de mantenir un vici, que criar dos fills. (Cuesta más mantener un vicio que criar dos hijos)
  • Cartes, daus, dones i vi, fan tornar al ric mesquí. (Cartas, dados, mujeres y vino, hacen volverse al rico mezquino)
  • Ha de fer la casa entera, qui no adoba una gotera. (Tiene que hacer la casa entera quien no arregla una gotera)
  • Qui té ardit per vil, mai no arribarà a mil. (Quien tiene un ardite por vil, nunca llegará a mil)
  • Olla grassa, testament magre. (Olla grasa, testamento magro)
  • Val més ser ric pagés, que pobre marqués. (Vale más ser rico pagés, que pobre marqués)
  • Qui no paga de comptat, si bé es mira, paga doblat. (Quien no paga al contado, si mira bien, paga el doble)
  • Fins la Quaresma és curta per aquell que està endeutat. (Hasta la Cuaresma es corta para el que está endeudado)
  • Qui sap quan ha de pagar, millor sap quan ha de cobrar. (Quien sabe cuando tiene que pagar, sabe mejor cuando tiene que cobrar)
  • El bon pagador és dels altres senyor. (El buen pagador es de otros señor)

En la fachada, además, vemos estas pequeñas ventanas de la fotografía. Se trata del sótano. La planta noble se eleva sobre un breve tramo de escaleras, tal y como se ve en la entrada, pero es que además, Mataró hace pendiente hacia el mar, con lo que la parte posterior está a un nivel inferior. Esta diferencia permite crear un balconcito sobre el jardín, hoy seccionado, encima del acceso a un sótano diáfano, cuyas ventanitas frontales citadas permiten su ventilación.

Puerta de acceso al vestíbulo, cedida por Joan Palau Serra
Tramo de escaleras al vestíbulo, nótese la decoración con ruedas dentadas y las flores de algodón, cedida por Joan Palau Serra
Ventanitas al sótano de la fachada, cedida por Joan Palau Serra

Y ya que nos referimos a la parte posterior de la casa, en la siguiente fotografía vemos que la fachada difiere completamente de la frontal. Mientras delante tenemos una vivienda noble, que proyecta una imagen de lujo, la posterior nos habla de una casa mediterránea, familiar, blanca, un perfil de masía con torre típico de la zona. La vivienda deja de ser un palacete para ser un hogar. La torre, además, es invisible desde la parte frontal.

Fachada posterior, cedida por Joan Palau Serra

Una vez dentro de la vivienda, solo visitaremos la planta noble, la baja, dejando de lado las estancias del servicio y las habitaciones superiores. Es irónico que la visita siga la mentalidad de la burguesía de finales del XIX y principios del XX, al centrarse en aquellas estancias acondicionadas para impresionar y mostrar la opulencia de la familia, dejando lo privado oculto. Lo que hoy llamaríamos postureo. Y es que no hay que olvidar que estamos tratando con una mentalidad muy particular, muy de vivir de cara a la galería. La parte privada de la vivienda queda oculta a la vista de las visitas y eso, asímismo, se aprecia en la decoración, pues mientras estas salas presentan un gran ornato y ricos detalles, las estancias superiores apenas están decoradas. (Obviemos el evidente detalle de la ausencia de muebles, dado que en su momento esta segunda planta podría presentar una decoración hoy perdida tales como lámparas, cómodas, armarios, mesitas, camas, etc.)

Plano de la planta noble, cedida por Joan Palau Serra

En el Vestíbulo nos esperarán para iniciar la visita. Una vez empecemos, nos dirigiremos a la sala de visitas, donde encontramos el mapa de la imagen. Aquí podemos ver que la vivienda se organiza a partir de espacios contiguos, abiertos uno tras otro hasta la parte posterior, lo cual permitía una ventilación e iluminación muy interesante. ¿Cómo? Pues a partir del atrio. La vivienda está encajonada, se construye entre otras dos viviendas por lo que sólo puede haber ventanas delante y detrás. En el atrio, recordando los patios centrales típicos de las viviendas Mediterráneas, tenemos un patio de luces cerrado con lo que parece una réplica en miniatura de un invernadero. Localizado un piso por debajo de las golfas, este espacio permite la entrada de luz y, dado que el vidrio es tintado, juega con los colores, dándole mayor sensación de irrealidad, aunque siempre lejos de la claraboya del Palau de la Música de Lluís Doménech i Montaner.

Detalle de la claraboya y del atrio, cedida por Joan Palau Serra
Detalle de la claraboya y del atrio, cedida por Joan Palau Serra

Las estancias, tal y como decía, se organizan a partir de este atrio una tras otra en ambas direcciones. ¿Y como se ventilan? Pues mediante ventanas colocadas sobre las puertas. Cada habitación podía cerrar la puerta pero presentaba sobre la misma una ventana de grandes proporciones, de vidrio también trabajado y pintado, que permitía que el aire circulara transversalmente con libertad.

Ventanas de la sala de visitas, cedida por Joan Palau Serra
Puertas contiguas y ventanales sobre las mismas, todos se pueden abrir, cedida por Joan Palau Serra
Detalle de los ventanales sobre la puerta, cedida por Joan Palau Serra
Ventana con celosía de la galería, cedida por Joan Palau Serra

Sin embargo, lo más llamativo son las decoraciones, tal y como vamos a ver en las siguientes imágenes. Desde la chimenea en el despacho del dueño con el anagrama de su nombre, pasando por flores de algodón esgrafiadas, o suelos con mosaicos hidráulicos y techos con molduras, las diferentes habitaciones van desplegando una serie de elementos decorativos que se adecúan tanto a las necesidades de la misma como al mensaje que quiere dar el propietario. Algunos ejemplos de esa decoración con mensaje son las citadas flores de algodón, el barco (vinculado al comercio) y la rueda dentada (de la industria).

Decoración de flores esgrafiadas, cedida por Joan Palau Serra
Decoraciones de patos esgrafiados del comedor, cedida por Joan Palau Serra
Decoración cerámica vidriada con ruedas dentadas y algodón en flor, cedida por Joan Palau Serra
Mezcla de decoración cerámica vidriada y esgrafiados, cedida por Joan Palau Serra
Más detalles esgrafiados, cedida por Joan Palau Serra
Chimenea del despacho de Joaquim Coll i Regàs, con el anagrama con sus iniciales, diversas flores y un esgrafiado con su árbole genealógico, cedida por Joan Palau Serra
Detalle de decoración cerámica, cedida por Joan Palau Serra
Atrio y escaleras a la planta superior, cedida por Joan Palau Serra
Detalle del barco, relacionado con el comercio, de la decoración del atrio, esghrafiado, cedida por Joan Palau Serra
Libélulas esgrafiadas con flores, cedida por Joan Palau Serra

Finalmente hay dos elementos llamativos, uno es el lavamanos antes del comedor con un portacandiles de hierro forjado con forma de dragón y el otro es el que fue mi espacio favorito de esta vivienda: la galería.

Pared con la decoración cerámica y el lavamanos, cedida por Joan Palau Serra
Lavamanos, cedida por Joan Palau Serra
Detalle del dragón de hierro forjado para sujetar el candil, cedida por Joan Palau Serra

La galería es una estancia discreta, con unas decoraciones en el techo pintadas sobre azul celeste y unos ventanales de colores que en aquel momento dieron al espacio una calidez que hizo que, a pesar de ser pleno agosto, fuera cálida en un buen sentido. Hogareña. Apetecía sentarse a disfrutar de un café fresquito, leyendo, hablando o mirando el cielo más allá del jardín. En cualquier caso resultaba acogedor.

Vista de la galería cerrada desde fuera, cedida por Joan Palau Serra
Ventanales de la galería, cedida por Joan Palau Serra
Detalles del techo y la lámpara de la galería, cedida por Joan Palau Serra
Ventanal coloreado de la galería, cedida por Joan Palau Serra

La visita

Lo primero a tener en cuenta al preparar la visita es saber que la zona es de difícil aparcamiento. Particularmente recomendaría acercarse en transporte público y aprovechar para pasar por lugares como el Museo de Can Serra, Can Marfà, Torre Llauder, siempre confirmando horarios, dado que no abren siempre.

En cualquier caso hay que hacer reserva y comprar la entrada anticipada, en esta web encontraréis toda la información (https://www.casacolliregas.cat/es/activitats/). Dentro de las actividades no solo está la opción de la visita guiada (en catalán y castellano), si no que tenéis la opción de realizar un escape room en la casa o aprovechar para hacer una cata con productos de cercanía o disfrutar de un vermut.

La visita merece la pena por diversas razones. Evidentemente la primera es ver esta planta noble en persona y acercarse a un ejemplo muy poco conocido de edificio modernista. Por otro lado, las explicaciones de la guía, conocedora de multitud de detalles tanto de la época como de la corriente artística, no solo nos da a conocer la casa y a la familia, si no el Mataró del XIX, la industrialización, el género de punto o la relación con la casa chocolatera Ametller. Y es que nos recomienda la visita de la Casa de la misma familia, los Ametller, del mismo Puig i Cadafalch. Y es que, si bien el modernismo parece que ha logrado ser conocido fuera de Cataluña gracias a las obras de Gaudí, no por ello hay que pasar por alto a Puig i Cadafalch, con ejemplos como la casa de Les Punxes o la Casa Ametller; o a Doménech i Montaner, con construcciones igual de interesantes como el Hospital de Sant Pau o el Palau de la Música. Los tres son los mayores exponentes de la arquitectura modernista, si bien Gaudí presenta un mayor alejamiento al historicismo del que los otros dos son mucho más deudores. En ambos se aprecian influencias tanto del gótico catalán como del italiano. Por otro lado, en esta corriente no solo encontramos arquitectos como los tres citados, en concreto recomiendo a quien esté interesado que busque las joyas de la casa Masriera; las pinturas de Ramón Casas, Santiago Rusiñol o Marià Fortuny; las esculturas de Miquel Blay o Josep Llimona; los muebles de Homar Mesquida…

Para acabar, una cita del libro Modernismo: la utopía de la reconciliación, de Klaus-Jürgen Sembach (pag.13)

“El propio modernismo tendía a ser muy contradictorio, indeciso y adrogino. Las pretensiones eran grandes mientras que el cumplimiento fue mucho más reducido. Esa es una de las críticas más extendidas incluso por aquella época. ¿ Por qué encasillarlo entonces cuando precisamente él mismo se oponía a ello? En realidad había algo de enigmático que era característico del movimiento y el jeroglífico de sus deseos con frecuencia solo puede descifrarse difícilmente. No obstante, es imprescindible exigirle la seriedad que se ha ganado y que sin ninguna duda posee en sus mejores testimonios”.

Agradecimientos

En primer lugar quería agradecer a la fundació Iluro y la Casa Coll i Regàs las fotografías que me han cedido para la entrada.

En segundo lugar agradecer a Joan Palau Serra que me haya dejado usar las fotografías de su web para ilustrar la visita de la casa. Además recomiendo visitar su página, ya que tiene multitud de fotorreportajes de otros lugares que pueden buscarse por tipo de edificio o lugar. Sin duda merece la pena gracias a la infinidad de detalles que ha fotografiado.

La web: https://modernismobarcelona.com/

Fuentes

  • Imagen de cabecera Vista del atrio hasta ls galería, cedida por la Fundació Iluro
  • Banús i Tort, J., Bosch de Doria, M. Grau Segu, M. y Vera Sanroma, P. (2002) Josep Puig i Cadafalcjh. El llegat d’un renaixentista contemporani a Mataró i a Argentona. Ajuntament de Mataró.
  • Cabana, F. (2011) La burgesía emprenedora. Proa.
  • Costa i Oller, F. (2017) Mataró: de la ciutat que Creix. Mataró.
  • Llonch i Casanova, M. (1997) El gènere de punt a Catalunya i Mataró: modernització i desenvolupament d’un sector industrial. Patronat municipal de cultura.
  • Llonch i Casanova, M. (2011) La industrialització al Maresme: una perspectiva dinàmica (S. XIX-XX) en Actes de la I jornada sobre la industrialització tèxtil al Maresme.
  • Oliva, B. (2011) La recerca sobre el cotó al Maresme. En Actes de la I jornada sobre la industrialització tèxtil al Maresme.
  • Sembach, K-J. (2007) Modernismo: La utopía de la reconciliación. Taschen.
  • Schmutzler, R. (1980) El modernismo. Alianza editorial.
  • Vicens Vives, J. Y Llorens, M. (1958) Industrials i polítics. (segle XIX). Història de Catalunya. Biografies catalanes. El Observador de la actualidad.
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