Vikingos y berserkers

Todos tenemos un amigo con el que nos encanta entrar en el bar porque todo el mundo nos hace sitio. Lo malo es a la hora de salir, que eres tú quien le hace sitio a él, porque es el momento en el que no reconoce amigos de enemigos. Inaceptable, lo sé, un amigo de juergas lo es a muerte, algo que parece que los berserkers se tomaban muy en serio. Lo de la muerte, digo 😉.¿He dicho berserkers? Ojo, no confundir con “beerserkers”, que esos son los que de verdad frecuentan los bares y garitos (¡benditos seáis!), así pues vamos a ver quiénes eran estos elementos.

Colgante de drakkar (foto de la autora)

“A furore normannorum libera us, nomine” (del furor de los hombres del norte líbranos, señor, oración cristiana altomedieval). Mal empezamos, parece una verdadera declaración de intenciones… lo que no pinta muy bien para su reputación. Los hombres del norte eran los germanos, o los vikingos, que es el nombre con el que se les conoce en la actualidad, algo que no ocurría en su época, la cual abarca entre el siglo VI y el siglo XI, ya que dependiendo de la zona por la que se movieran recibían diferentes nombres: Rus si batallaban por zona bizantina, varegos por Rusia, danés si estaban por tierras anglosajonas y, en general, eran los normandos que en definitiva, es la acepción de hombres del norte, así, en general, sin distinguir demasiado su procedencia real, teniendo en cuenta el vasto territorio que abarcaban, Dinamarca, Suecia, Noruega. Claramente existían matices, pero tampoco había grandes diferencias entre ellos: grandes, rubios, rubicundos y muy aficionados a las aventuras guerreras, en tanto que recorrieron, comerciaron, saquearon, asolaron y fundaron ciudades por buena parte de Europa. En ese último paso, el de las fundaciones, pasó como en el neolítico, que empezaron a perder el pelo de la dehesa.

Historias de los vikingos. Mary McGregor (fuente)

Los vikingos, o normandos, no constituían un ejército regular. Tenían sus épocas o campañas de devastación fuera de sus territorios, el resto del tiempo eran granjeros, dedicados a la agricultura, ganadería, pesca y comercio, actividad esta última potenciada por su extraordinaria técnica de navegación. De si llegaron o no a América (que sí lo hicieron), hablaremos en otro momento. ¿Qué les llevó a recorrer media Europa en busca de botín? Lo que a la mayoría de los pueblos, un cambio climático que endureció considerablemente sus condiciones de vida al sobrevenir numerosas épocas de malas cosechas, combinado con unas epidemias recurrentes que mermaban constantemente a la población. La hambrunas suelen ser un gran motor de cambio.

Desde allá la oscuridad de los tiempos el ser humano se ha desplazado de sus territorios de origen, de forma permanente o eventual y donde iban a recalar causaban auténticos estragos (¿los Pueblos del Mar? 😉). Nuestros chicos iban y venían, su base era su tierra, a la que volvían una vez terminada la “temporada”. Entonces, ¿qué les hacía tan especiales a estos hombretones? Seguramente, que se hicieron notar como pueblo libre y salvaje, fuera de convencionalismos, en una Europa que ya llevaba siglos sometida al cristianismo,- los cuales mataban y saqueaban igual pero bajo el estandarte de la Cruz- y nuestros rubios tenían las normas muy justitas, muy justitas. Y sobre todo, fueron casi los últimos en pasar por el agua bendita, lo que les convertía en bárbaros… o alguna cosa mucho peor. Ya me imagino a esos drakares apareciendo por el horizonte, cargados de vociferantes guerreros que no le temían a nada ni a nadie, sabiendo lo poco que se podía hacer para frenarles.

Y, si todo esto nos parece poco, entran en juego nuestros berserkers -dependiendo de la zona la traducción podría ser “camisa de oso”-, también conocidos como los lobos de Odín. Eran niños educados aparte, para ser la fuerza de choque más demoledora que se conocía. Según las crónicas, durante la lucha, imbuidos de una furia descontrolada llamada berserkergang, no sentían miedo, ni dolor y ya, echándole mucha imaginación, el acero no les atravesaba y la muerte les esquivaba. Su sola presencia servía para aterrorizar al contrincante.

Poniéndolos en contexto, los grupos de berserkers eran de doce más uno, el líder o treceavo -número mágico y constante un numerosos pueblos y culturas-. Su furia durante la batalla no conocía límites, como si estuviesen en trance, aullaban y mordían sus escudos, vestían con pieles de osos y lobos, o directamente desnudos con los cuerpos pintados de negro (como para no dar miedo…). Aparentemente, nunca se atacaban entre ellos, pero no se podía decir los mismo de sus propias huestes normandas ya que, en el fragor de la batalla no reconocían amigos de enemigos. La cuestión es, ¿qué les hacía entrar en ese trance de furia descontrolada? Hay varias teorías al respecto siendo la más común que se ponían hasta las trenzas de sustancias psicotrópicas (cornezuelo, amanita muscaria o cerveza con beleño negro…) muy bestia todo… pero poco efectivo cuando el control no lo tienes tú sino el gasoil para cohetes que te has metido para dentro.

Amanita muscaria (fuente)

¿Entonces? Pues todo apunta a que el ser humano ya viene con drogas de serie, como la dopamina, la adrenalina, la oxitocina (igual esta no funcionaba muy bien aquí) que segrega de forma natural ante escenarios de estrés máximo. El ser humano ha sobrevivido durante milenos gracias a ellas: luchar o correr ante circunstancias inimaginables (yo lo llevaría crudo, que ni corro ni sé luchar, el león se pondría las botas conmigo y toda mi adrenalina). La cuestión que se plantea es sobre la posibilidad de generar tanta y tan controlada cantidad de droga como para aguantar lo que a veces se podía convertir en una batalla interminable. Médicamente es posible y el entrenamiento constante haría el resto, y esta es la explicación que últimamente va tomando más fuerza. La puesta en escena de salvaje sin control haría el resto. Evidentemente, esto tiene unas consecuencias nefastas para el organismo y, si bien, en la batalla son los más fuertes, tras ella son los más débiles, muriendo, bastante a menudo, de puro agotamiento o por las heridas causadas y no acusadas en el momento. En cualquier caso, a la larga, esas explosiones hormonales pasaban grave factura a sus cuerpos.

Normandos llegando a Islandia (fuente)

Fueron muy apreciados y respetados durante casi trescientos años, prácticamente tenía asegurado el Valhalla, hasta que sus propios reyes se fueron “civilizando” y una fuerza tan libre y salvaje dejó de tener cabida en una Europa dominada por el cristianismo y el ideal caballeresco, y no por las pasiones desatadas. Las incursiones vikingas fueron disminuyendo paulatinamente ya que cada vez eran más los que se quedaban en tierras lejanas que los que volvían, asentándose y fundando ciudades. Normandía le debe el nombre a nuestros nórdicos.

Hacia el siglo XI ya no se vuelve apenas a tener más noticias de ellos. En el año 1015 fueron ilegalizados por el rey noruego Eirik I Hacha Sangrienta y los pocos que van quedando lo hacen vagabundeando durante unos años como auténticos piratas.

Bibliografía

  • Velasco, Eduardo: La Furia del Norte. Los bersekers y la expansión vikinga. Ediciones Camzo. 2012
  • Los vikingos. Desperta Ferro. Antigua y Medieval nº 26
  • https://vikiingos.com/blogs/mitologia-nordica-vikingos/berserker
  • Imagen de cabecera: Frank Bernard Diksee. Funeral vikingo. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Viking_funeral.jpg
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