Desde la tarde anterior se llevaba anunciando: el equipo de Construyendo Tarteso iba a dar una rueda de prensa durante la mañana del 18 de abril para contar los últimos hallazgos encontrados en el yacimiento de Casas del Turuñelo (Guareña, Badajoz). Todo el mundo estaba nervioso, haciendo “apuestas” sobre qué es lo que iban a anunciar, las redes sociales bullían de mensajes.

Pues lo anunciado ha sido mucho más sorprendente de lo que todos nos esperábamos. Lo que comenzó siendo una búsqueda de la fachada principal del edificio monumental en el sector este, se han topado con un hallazgo totalmente inesperado y singular. Se han hallado las primeras representaciones humanas en piedra pertenecientes a la cultura tartésica.

¿Cuál es el hallazgo?

Las piezas que se han presentado en rueda de prensa son fragmentos de un relieve que corresponden a cinco individuos. Las mejor conservadas son dos cabezas femeninas en las que se aprecia un tocado en la parte superior de la cabeza, trenzas enmarcando el rostro y arracadas colgando de las orejas. Hasta el momento, estas piezas de oro solo se conocían a través de los hallazgos en el yacimiento de Cancho Roano o a través del conjunto de el Tesoro de Aliseda, un ajuar funerario que fue hallado por casualidad en 1920, mientras se cavaba buscando tierra con la que hacer tejas.

Estas figuras femeninas podrían representar a dos divinidades, o bien dos mujeres de alto estatus dentro de su comunidad. En cualquier caso, su hallazgo proporciona información inédita de los antiguos habitantes de Tarteso.

Los otros fragmentos están peor conservados. Uno de ellos podría corresponder a un guerrero, puesto que parece tener un casco sobre la cabeza. También luce una trenza sobre la oreja, enmarcando el rostro.

Fragmento de relieve que se identifica con un guerrero. Foto por cortesía de Mónica Arrizabalaga.

Todas las piezas están esculpidas en piedra blanda y recubiertas con un pequeño estucado para afinar los rasgos físicos, y pertenecerían a un relieve que se fragmentó en el momento de amortización y abandono del edificio. Los arqueólogos aún esperan poder encontrar in situ el resto del relieve. Además, en algunos de los relieves se han identificado restos de color rojo, si bien los análisis en el laboratorio desvelarán más información sobre los materiales con los que fueron realizadas. Las piezas se encontraban desperdigadas en una estancia por la que se accede al patio del edificio donde se celebró un sacrificio masivo de más de medio centenar de animales, entre ellos, caballos, vacas, cerdos y perros.

¿Por qué tiene importancia el hallazgo?

Se trata de la primera vez que se encuentran figuras con representaciones humanas dentro de la cultura tartésica, y lo relevante de estas esculturas es que fueron decoradas con orfebrería tartésica, como se puede observar en las arracadas de las figuras femeninas, similares a las halladas en el Tesoro de Aliseda, lo que permite interpretar qué personajes portaban este tipo de objetos. Hasta este momento, las representaciones de la divinidad dentro de esta cultura se realizaba a través de motivos animales o vegetales, o bien mediante betilos.

Paralelismos estilísticos

Desde el momento en el que se han distribuido las primeras fotografías muchas personas, incluidas nosotras, han identificado parecidos con el arte oriental, como Budas o representaciones de divinidades hindúes, así como otras influencias mucho más cercanas, tanto en el espacio y en el tiempo como en el contexto.

Esculturas griegas arcaicas y etruscas presentan rasgos similares: tocados, trenzas y la “sonrisa arcaica”. Los paralelismos son evidentes. Y tiene todo el sentido, pues no podemos olvidar que en el siglo V a.C., momento en el que estarían datadas estas esculturas, el Mediterráneo era una “autopista” en la que se intercambiaban tanto bienes como contextos culturales y “modas”.

Los investigadores creen que las piezas forman parte de un relieve que podrían estar contando una historia, como las que se contaban en los templos griegos o etruscos, que estaban relacionadas con héroes y la protección de las diosas. Tanto Celestino como Rodríguez creen que las esculturas fueron talladas por el mismo artesano, posiblemente oriental, que imitó la joyería autóctona, única en la Península Ibérica.

Estos descubrimientos inciden una vez más en la importancia del yacimiento de Casas del Turuñuelo, que constituye uno de los edificios mejor conservados del Mediterráneo occidental y supone una referencia para conocer los últimos días de Tarteso.

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