En el artículo de la semana pasada hablamos de cómo surge el movimiento cátaro y del contexto social y político del momento. En qué consistía el pensamiento cátaro, su doctrina y el enfrentamiento con la Iglesia católica. La reacción de Roma que les declara herejes y comienza su lucha contra ellos. También hablamos del fragmentado escenario político de Occitania, donde discurre esta historia.
En esta segunda parte hablaremos de la Cruzada Albigense, de las persecuciones, de la Inquisición y del desenlace de este interesante capítulo de la historia europea. Finalmente intentaremos ver qué hay de real en relación al mito y la leyenda de los cátaros.
La Cruzada Albigense (1209-1229)
En 1208 un trágico suceso va a cambiar el curso de los acontecimientos. El legado papal Pedro de Castelnau, tras haber tratado de negociar una vez más sin éxito con Raimundo VI para que cesara de proteger a los cátaros, es asesinado. Este asesinato dará fin a la etapa negociadora.
El escándalo y la indignación hizo sublevar a la cristiandad. Inocencio III pondrá en marcha la denominada Cruzada Albigense (1209-1229). Anteriormente se habían realizado cuatro cruzadas a Tierra Santa, pero esta vez no era para luchar en el lejano oriente contra los musulmanes, sino en Europa y contra los propios cristianos.
Los participantes tendrían todos los derechos, honores e indulgencias como los cruzados de Tierra Santa. A ello se sumaría la confiscación y reparto de los bienes y tierras de los herejes y protectores. Todo lo cual provocó un espontaneo y ardiente deseo de combatir por la Fe, que atrajo gentes de toda Europa.
La nobleza del norte de Francia se adhiere plenamente, Mientras que el rey francés Felipe II Augusto evita participar, por un lado, quiere evitar una confrontación directa con el Reino de Aragón y por otro está la guerra que mantiene con los Plantagenet ingleses.
Un poderoso ejército se organizó, la primera víctima fue la ciudad de Beziers, perteneciente junto con Albi y Carcasona, a los vizcondes de Trencavel. La ciudad fue arrasada, una autentica matanza, en 17.000 personas se estima la cifra de muertos. La famosa frase atribuida al legado papal Arnaldo Amaury cuando le preguntan cómo distinguir a los herejes de los que no lo son, lo resume todo: “matadlos a todos, Dios reconocerá después a los suyos”. Ante estas noticias Narbona se rendirá sin resistencia.
La batalla de Muret
Pronto caerá Carcasona. La guerra continua, Simón de Montfort, noble del norte francés que pasará a la historia como sinónimo del terror y la crueldad, toma el mando de la cruzada. Albi y numerosas plazas secundarias serán conquistadas por los cruzados con lo que el vizcondado de los Trencavel pasará a manos de Simón de Montfort.
Toulouse, sitiada resiste. Un nuevo actor entra en escena: Pedro II de Aragón, que ya anteriormente había intentado mediar entre los adversarios sin éxito, decide pasar a la acción en defensa de sus vasallos. El rey Pedro, apodado El Católico, era vasallo del Papa, había sido coronado por él en Roma, en 1204, y era uno de los héroes de la cristiandad, reciente estaba su triunfante participación en las Navas de Tolosa (1212).
Siempre se había opuesto al catarismo, al cual había combatido en su reino. Raimundo VI, era cuñado suyo, además de vasallo. El derrotero que iban tomando los acontecimientos con la derrota de sus vasallos, y la amenaza que suponía el establecimiento de un nuevo poder en su frontera norte, le decide a intervenir.
Llega a Occitania con un ejército imponente, más numeroso que el de los cruzados. Pero una serie de sucesos desafortunados, como fueron el mal planteamiento y organización de la batalla, hace que, contra pronóstico, sea derrotado por Simón de Montfort en la batalla de Muret (septiembre de 2013), donde el propio rey aragonés encuentra la muerte en el campo de batalla.
Tras este inesperado desenlace cae Toulouse y el resto de las ciudades que aún quedaban sin conquistar. Pero el conflicto no había terminado.
El Papa convoca en 1215 el IV Concilio de Letrán, donde reconoce a Simón de Montfort como conde de Tolosa y a otros nobles en distintos territorios de Occitania. Esta situación provoca una sublevación generalizada dirigida por el hijo de Raimundo VI, el futuro Raimundo VII, la ciudad de Toulousse es recuperada por sus antiguos señores. Simón que seguía batallando, ahora en tierras de Provenza regresa precipitadamente y pone sitio a la ciudad. Toulouse no se rinde y el día 25 de junio de 1218, el propio Simón muere en el asedio.
Con la muerte de Simón de Montfort, responsable de la muerte de miles de personas, concluía una de las etapas más terribles de la historia europea. A raíz de estos sucesos los antiguos señores occitanos van recuperando sus antiguas posesiones y el catarismo tiene un nuevo resurgir.
El rey de Francia entra en escena
Inocencio III había muerto en julio de 1216 y el nuevo Papa Honorio III, desbordado por la situación, pide ayuda al rey de Francia. Esta vez sí, el rey capeto acepta. Por un lado, había solucionado el conflicto en el norte, tras vencer en Bouvines (julio de 1214), una de las batallas más decisivas de la historia de Francia, a los ingleses y sus aliados, y por otro, ya nada tenía que temer de Aragón, ya que a raíz de la muerte de Pedro II, su hijo y sucesor Jaime I había dado un gran giro a su política, se olvida del sur de Francia y se orienta hacia el sur de la Península y el Mediterráneo.
Ahora, el nuevo enemigo de los cátaros va a ser el poderoso rey francés Felipe II Augusto, decidido a resolver definitivamente el problema en el sur. Tras unas primeras campañas en 1216 y 1219 con escasos resultados y tras varios años de conflicto frente a las fuerzas de Raimundo VII y Rotger de Foix, en 1226 se inicia una fuerte ofensiva real.
A finales de ese año tras varios meses sitiada, la ciudad de Aviñón se rinde, este suceso constituye el punto de inflexión que culmina en 1229 con la Paz de París, dando fin a 20 años de cruzada.
El resultado final daba la victoria a la Iglesia Católica, los príncipes occitanos habían sido derrotados, y toda la región pasaba a manos de Luis IX (San Luis), nuevo rey de Francia.
Aunque todo esto era sobre el papel, ya que ni el catarismo había desaparecido, ni el territorio había quedado pacificado. Seguirá habiendo conspiraciones y revueltas, bien apoyadas por los nobles con el fin de recuperar territorios, o bien por la propia población contra las tropelías de los inquisidores.
La Inquisición
El catarismo seguía vivo, había pasado a la clandestinidad, la jerarquía cátara abandona sus obispados e iglesias buscando seguridad. Toda una red de apoyo sigue funcionando perfectamente, muchos de sus miembros buscan refugio en los inexpugnables castillos que jalonan todo el Languedoc, otros habían huido a Cataluña o a Italia, donde la persecución era menor.
Un nuevo terror producto de la intransigencia religiosa, se estaba gestando en Europa: la Inquisición, que no se “inventó” en España como muchos creen, sino en la Francia del siglo XII.
La inquisición se había creado unos años antes para el propio control interno del clero. A partir de 1229 se iba a emplear en la lucha contra la herejía. De tal manera que el radicalismo religioso, unido a los intereses políticos del momento, van a dar lugar a uno de los sistema más brutales y eficaces de control del pensamiento que ha conocido la humanidad, y que va a marcar durante varios siglos la historia europea.
Para la Inquisición la herejía no solo la constituían los propios cátaros, sino también quienes les dieran refugio o simplemente quienes teniendo conocimiento de su existencia no informaran de ello.
En 1231 el papa Gregorio IX pone en manos de los dominicos su realización, la persecución fue implacable. En 1252 Inocencio IV llegará incluso a aprobar la utilización de la tortura por los tribunales eclesiásticos.
El panorama era desolador, monjes que tomaban como buenas las confesiones bajo tortura, notarios que las aceptaban. Las hogueras de quema de herejes proliferaron de tal manera que hasta el propio papa tuvo que intervenir para calmar los ánimos. Se llegó incluso a desenterrar herejes para posteriormente quemar sus cuerpos.
Además de la hoguera existía la pena de prisión. Podía ser temporal o perpetua en función de la gravedad de los hechos. Había tres niveles, el más suave permitía los movimientos del reo. En un nivel más severo el condenado estaba en un lugar estrecho, con cadenas en manos y pies, y poca comida. El nivel más duro era una auténtica antesala de la tumba.
Las penas conllevaban asimismo la confiscación de los bienes del condenado. Podían prender fuego a una casa por la simple sospecha de que se pudiera esconder un hereje.
La Inquisición se demostró muy eficaz en sus objetivos. Los resultados fueron demoledores. En 1330, cien años después, el catarismo había sido erradicado del Languedoc, aunque sobrevivirá algún tiempo por el norte de Italia y Sicilia.
El final: el mito de Montsegur
Montsegur, situada en la zona pirenaica, cercana a Foix, era una fortaleza con fama de inexpugnable, un auténtico nido de águilas. Formaba parte de la red de castillos erigidos a lo largo de todo el Languedoc.
El mont sûr (monte seguro) como se le denominaba, había sido refugio de cátaros durante la cruzada albigense, pero especialmente desde la Paz de París, en que se había constituido como sede de la Iglesia cátara tolosana.
Los distintos intentos de tomar Montsegur habían sido vanos, la altitud y el terreno escarpado hacian inútil la utilización de máquinas de asedio. Pero unos sucesos van a marcar su destino.
El 28 de mayo de 1242. En un complot urdido por algunos nobles, con el conde de Toulouse como uno de los impulsores. se produce el asesinato de los inquisidores en Avignonet. Los ejecutores parten de Montsegur,
Esto va a precipitar los acontecimientos, en mayo de 1243 un poderoso ejército francés con la colaboración de la Iglesia, apoyado militarmente por los obispos de Albi y Narbona, sitiarán el castillo
Tras un duro asedio de un año, Montsegur se rendía el 2 de marzo de 1244. Una nueva masacre iba a suceder.
El día 16 en la explanada al pie del castillo fueron quemados 205 perfectos. Nuevas víctimas frente a la intransigencia de la Iglesia y el poder centralista francés.
Después de Montsegur el movimiento cátaro queda ya muy debilitado, aunque los creyentes siguen siendo numerosos. La inquisición sigue actuando con fuerza, apoyados por el endurecimiento de la postura papal. A partir de 1252 Inocencio IV autoriza a recurrir a todos los medios posibles para luchar contra la herejía
La resistencia continuó unos años más. Queribus, el último bastión cátaro se rendiría en 1255, dando fin a uno de los episodios más oscuros de la historia europea, con la erradicación del catarismo y la anexión del territorio al reino de Francia.
La leyenda y el País Cátaro
Muchas han sido las leyendas que han circulado sobre los cátaros, sus castillos, Montsegur y el tesoro cátaro. La mayoría se desarrollaron durante el siglo XIX a través de algunos escritores románticos como D. Roché y N. Peyrat.
Todo ello ha ido conformando un mito que también relaciona a los cátaros con los trovadores, los templarios y el Santo Grial.
Lo cierto es que los trovadores tenían una fuerte presencia en Occitania, gozaban de la protección de los mismos señores que protegían a los cátaros y han sido relacionados con el catarismo en muchas ocasiones. Bien por sus temas en común, su coincidente presencia territorial o por una supuesta conexión romántica y espiritual. Pero no parece haber ninguna relación directa entre trovadores y cátaros.
Por su parte, la poderosa orden del Temple también tenía una fuerte presencia en el Languedoc, y estaba integrada por miembros de las poderosas familias occitanas y muchos cátaros. Cabe decir que los templarios siempre se negaron a participar en la cruzada albigense.
Una de las leyendas más famosas es la del tesoro de los cátaros. Supuestamente un fabuloso tesoro habría sido sacado clandestinamente por algunos Perfectos antes de la caída de Montsegur, y se habría ocultado en algún lugar.
También se ha relacionado el tesoro con el Grial, de tal forma que el tesoro pudiera ser el propio Grial. En el siglo XIX, el escritor J. Péladan fue el primero en relacionar el Grial con los cátaros, idea que posteriormente ha sido desarrollada por varios autores. La leyenda incluso despertó el interés de algunos intelectuales del nazismo, de tal manera que derivó en una búsqueda obsesiva, más propia de una película de Indiana Jones.
Para concluir comentar que el tan nombrado País Cátaro que ocupa el territorio occitano, nunca existió como tal, nunca ha habido un País Cátaro. Es una denominación actual, al igual que la “Ruta de los cátaros”.
Simplemente forman parte de una acertada campaña turística para promocionar una de las regiones más bellas de Francia, tanto por sus paisajes como por sus pueblos, todo ello sin olvidar su enorme riqueza y pasado históricos.
Fuentes
- Imagen de portada: Izquierda: El papa Inocencio III excomulgando a los albigenses. Derecha: los cruzados atacan con Simón IV de Montfort a la cabeza. Chroniques de Saint-Denis https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=13305991
- MARTIN, Sean, Los cátaros, sus secretos revelados, Evergreen. 2008.
- MITRE, Emilio, Ortodoxia y herejía entre la antigüedad y el medievo, Madrid, Ediciones Cátedra. 2003.
- ROPS, Daniel, La Iglesia de la catedral y de la cruzada, Barcelona, Edit. Luis de Caralt. 1956.
- ROUX-PERINO, Julie, BRENON, Anne, Los cátaros, Barcelona, MSM Editions. 2006.
- DE MOXÓ, Francisco, Los Cátaros, Madrid, Cuadernos Historia16 nº 66, pp. 19-26.
- GRAU TORRAS, Sergi, Conferencias Fundación Juan March, Abril 2023:
- https://canal.march.es/es/coleccion/historia-cataros-44083
- https://canal.march.es/es/coleccion/pensamiento-mitos-cataros-44089
Pedro García Ruiz
Su entusiasmo por la Historia corre parejo con su pasión viajera. Ldo. en Ciencias Económicas. Su curiosidad le llevó siempre a querer ver lo que hay más allá, viajero incansable, siempre le fascinó conocer otros lugares y comprender otras culturas. También le gusta la filosofía, el pensamiento y el saber humano es su otra gran pasión. La vida como un continuo aprendizaje.